Bienvenidos a este pequeño rincón de imaginación, magia y una pizca de locura. Para quienes se pregunten quién soy, soy una enamorada de la vida y la lectura, con mil sueños y delirios de escritora. ¿Qué vais a encontrar aquí? Todo lo que te puedes encontrar, precisamente, entre las páginas de un libro: historias, fotos, dibujos, recuerdos, reflexiones, susurros de otros tiempos, un poco de poesía, alguna sátira,… y, escondida entre las letras, un poco magia.

Así que no os quedéis en la portada, pasad y disfrutad de vuestro viaje por este mundo Entre las páginas de un libro.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cazadora III: Dejando los orígenes


Llevaba varios días vagando por los bosques del valle sin saber qué hacer, evitando cualquier encuentro con cualquier miembro de su antigua tribu.

Habían pasado ya cuatro meses y medio desde que había expulsado de la tribu de los Sheles.

Había sido muy duro estar sola y sin ayuda ninguna pero con esfurezo y pese a toso Shyanna, se había logrado organizar su nueva vida bastabte bien, de forma independiente. Había aplicando todo lo que había aprendido mientras había estado con su tribu. Había encontrado una pequeña cueva, resguardada del viento donde se había instalado y guardaba sus escasa pertenecias. Lo más dificil había sido cazar, durante las primeras semanas se alimentó solamente de lo que recolectaba. Pero las bayas no eran suficiente y la necesidad de comer agudizó no solo los sentido sin tambien la destreza de la joven y aprendió a usar el arco, y a los do meses no había animal que escapase de sus certeras flechas.

Pero ahora que había conseguido todo aquello no sabía qué hacer, se pasaba los días recorriendo el valle con una bolsa que ella misma se había confeccionado y en la que guardaba todo aquello que se encontrase. Recolectaba bayas y hierbas medicinales y cazaba para tener víveres para el ya cercano invierno, confeccionaba canastos y ropa de abrigo. Y ahora que ya tenía todo lo que necesitaba se aburría, pero sobretodo se sentía sola. Al principio la preocupación por sobrevivir la había mantenido ocupado, pero ahora...

Se sentó en una gran roca junto a un ruidoso arroyo y permaneció allí quieta y sin hacer nada, simplemente mirando el agua correr. De repente el crujido de una rama llamó su atención. Giró la cabeza en la dirección del ruido con la gracia y rapidez que lo haría una gacela. Y allí estab el causante de tdo aquello. Aquel gran lobo gria que casi cinco mese atrás había atacado su aldea.

Shyanna se incorporó en completo silencio. Y con con cuidad cogió su arco, colocó una de sus flechas en la cuerda, tensó y apuntó. Pero una suve brisa alertó al lobo de su presencia y cuando la joven lanzó la flecha el lobo ya la había visto y se apataba velozmente. Sin embargo Shyanna no se dio por vencida, no perdió un segundo y se lanzó en la persecución del lobo. Corrió por el bosque sin importarle las ramas que arañaban sin piedad su piel. Shyanna estaba decidida a dar caza aquel lobo, por él se encontraba en esta situación y no pensaba dejar las cosas así.

Corrió durante una hora, pero fue en vano el lobo había desaparecido. Furiosa consigo misma por no haber ido más rápida a la hora de dispara la flecha, la joven arrojó su arco al suelo con fuerza a la vez que profería un grito de frustación. Pero cuando se agachó para agacharlo escubrió algo que le hizo enfocar las cosas de un modo diferente. Allí, frente a ella se encontraban las huellas recientes del lobo. Podría rastrearlo. Sabía como hacerlo. No lo pensó dos veces, seguría aquel lobo hasta el final del mundo si hacía falta para poder acabar con él.

Los días siguientes se dedicó a seguir el rastro del lobo. De vez en cuando lo veía, pero demasiado lejos como para darle alcance con una flecha.

El animal se sentía cada vez más acorralado, sentía cómo alguien lo acechaba y el olor de ese ser era muy parecido a los de aquellos que hacía cinco mese por poco no acaban con él, y todo eso comenzaba a ponerlo nervioso. Con lo cual poco a poco el animal se fue replegando hacía las montañas donde esperaba encontrar la tranquilidad y seguridad que parecía no encontrar en el valle.

Shyanna no tardó en darse cuanta de aquel hecho, sin embargó sus ganas de acabar con aquel lobo flaquearon cuando descubrió hacia donde se dirigía el animal. Reflexionó sobre ello largo y tendido, ahora que nada la ataba al valle, no encontrab razón para no irse, pero por otra parte el invierno estaba próximo y en las montañas era extremadametne duro. Sin embargo si no lo seguía ahora, le perdería la pista y ya nunca lo encontraría. Con lo cual optó por no rendirse, seguiría a aquel animal hasta la montñas y más allá si hacía falta. Se negaba a renunciar a su cacería, porque en el fondo sabía que la caza la mantenía ocupada, y que si se rendía de nuevo la soledad la torturaría de nuevo.

Así que no lo pensó más, sin duda iría tras el lobo.




viernes, 21 de septiembre de 2012

El dibujo de la rosa

Bruno se levantaba todos los días de su vida con una sonrisa en la cara, una idea diferente cada vez y ganas de aprovechar al máximo cada minuto. Era un talentoso pero nada conocido pianista que tocaba en un café perdido entre las calles del Casco antiguo, pero no por ello menos acogedor.

Bruno vivía en un pequeño apartamento en mitad del centro histórico junto con su piano de cola y  su querido gato negro Notas. Aunque su gato nunca lo supo, por la simple razón que nunca se lo escuchó pronunciar a su dueño, porque Bruno era mudo.

Un día, Bruno salió temprano, como de costumbre, a dar su paseo matutino, (como trabajaba por las tardes-noches, por la mañana tenía mucho tiempo libre). Apenas había salido de su portal cuando se chocó con una despistada señorita que caminaba apresuradamente cargada con una carpeta llena de papeles, que cayó al suelo en el choque. Una lluvia de folios cayó sobre ambos. La chica apresuradamente se agachó a recoger sus cosas junto con Bruno. La chica se despidió con el con una rápido pero sincero "gracias". Bruno tan solo sonrió. Y vio como la chica desaparecía entre la gente. Cuando bajó la mirada vio que bajo sus pies se encontraba una de los papeles de la chica, lo cogió esperando encontrar números y letras sin sentido. pero para su sorpresa encontro el dibujo, (a carboncillo) de una rosa. Así que aquella joven se dedicaba al arte.
Echó a correr buscando a la chica, pero hacía rato que se había ido. Bruno volvió a mirar el dibujo, era toda una obra maestra. recordó a su autora. Una joven de su edad, aproximadamente, de pelo azabache recogido en un moño chienesco con unos mechones cayendo a ambos lados de su cara. Su sofisticado peinado estaba adornado con una pinza roja en forma de rosa.  Su piel clara y sus profundos ojos oscuros que brillabn como gotas de roció al amanecer. Su blusa blanca y su roja falda. Era tan guapa ojala, supiese su nombre, ojala la volviese a ver...


Al día siguiente volvió a salir temprano y se dirigió al parque de la Alcazaba.  Y ahí estaba ella sentada en una banco con su caracteristico recogido y carpeta de dibujos. Estaba pintando, concentrada en cada trazo que dada con su lapiz en cada rayo de luz que alumbrada lo que estuviese pintando.
Entonces se le ocurrió una idea, corrió a su casa, cogió el dibujo de la rosa y volvió al parque pero ella ya no estaba. Cabizbajo se dio la vuelta cuando su bombilla se iluminó de nuevo. Miró de nuevo el banco en el que la chica había estado sentada, después su dibujo y sonrió.

Bruno se levantó un poco más temprano esta vez bajó corriendo a la floristería que había en la calle paralela a su casa, commpró una rosa roja y volvió a su casa. Cogió el dibujo y se fue camino al parque. Dejó en el banco el dibujo y justo encima la rosa y se alejó de allí sin perder de vista el banco. Pocos minutos despues la misteriosa chica aparció a la misma hora que el día anterior y se sentó en el mismo banco. Fue entonces cuando se percató del regalo que alguien la había dejado. Cogío la rosa y se la acercó a al nariz para aspirar su aroma. Luego cogió el papel y al comprobar que este era su dibujo perdido sonrió. Miró a su alrededor, pero había varias personas, ¿quién se lo habría devuelto junto con el detalle de la flor? Decidió que no lo descubriría ese día y con una sonrisa en los labios abrió su cuaderno y comenzó a dibujar. Veinte minutos más tarde cerró su blog. Cogió su dibujo encontrado, su rosa y se marchó.
A los pocos segundos Bruno se leventó del banco desde el cual, fingiendo que leía el peródico, había observado a la joven artista. Sonriendo volvió a casa.

Repitió aquel "juego" durante los días siguientes. Cada mañana  se levantaba temprano, con alegría ilusión y una sonrisa en la cara. Compraba un rosa roja y la dejaba, siempre a la misma hora en el mismo banco en que su misteriosa dama pintaba. Él fingía leer el mismo periódico de siempre mientras observaba ensimismado pintar a la joven artista.
Y cada día al llegar a su casa tocaba una melodía nueva, inspirada por su misteriosa dama.


Habían trancurrido casi dos semanas desde que Bruno había comenzado a dejar rosas y a componer canciones a la artista, cuando decició dar un paso más. Esa maña se levantó más temprano de lo normal y con su pasmosa habilida con el piano, compuso una canción totalmente nueva, llena de sentimientos y sobre todo muy hermosa, a la joven artista. La grabó a fin de no olvidarla nunca y copió con mucho esmero cada nota en una hoja con pentagramas y con mano firme escribió el título :

  Te quiero.

Luego bajó a la floristería y compró la rosa roja más bella de la tienda. Volvió a su casa, recogió su
recién compuesta canción y el periódico de todos los días, y salió de nuevo, esta vez rumbo al parque de la Alcazaba. Con esmero, colocó en el banco de siempre la rosa y debajo de ella la canción. Y como siempre se sentó en un banco cercano al de la artista.
Puntual, llegó como siempre la joven, como siempre deslumbrante, en esta ocasión con un bonito vestido rojo. Sin embargo esta vez no se sentó, simplemente rcogió la rosa, aspiró su dulce aroma y buscó con la mirada a su admirador secreto. A Bruno le faltó valor para levantarse y dirigirse hacia ella. La joven bajó decepcionada la cabeza y se marchó. Le hubiese gustado saber quién era antes de irse. Bruno levantó la vista, y contempló extrañado como se iba su misteriosa joven. Giró la cabeza hacia el bancó y encontró la la última pieza del puzzle. ¡La canción se había volado y estaba ahora debajo del banco! Corrió a recogerla. Debía darsela a la artista ¿y si esa era la última vez que la veía? La vio a lo lejos. Le hubiese gustado llamarla pero de sobra sabía uqe jmás podría y corrió tras ella. Pero esta se perdió en tre la multitud. Buno no se detuvo seguió corriendo, llegó hasta la plaza de España pero nada. No había ni ratro de la joven. Con la cabeza gacha volvió sobre sus pasos. Estaba enfrete al portal de su casa, contempló su ventana abierta y al pequeño Notas juguetear con el casette. Se dio la vuelta una vez más esperando ver a aquella misteriosa chica, pero esta no apreció. Triste se dio la vulta y...¡PUFF!
Los dos cayeron al suelo. Bruno se llevó la mano a la cabeza, había sido un bueno golpe. Cuando abrió los ojos, vio lo que hacía unos segundos fue un preciosa rosa roja. Abrió mucho los ojos sorprendido y cogió la flor.
-Lo siento muho- se disculpó una suave voz. Bruno levantó la mirada y ahí estaba ella frente a él. Con una media sonrisa Bruno le entregó lo poco que quedaba de la flor. Entonces hubo un "click" en la cabeza de la joven y una deslumbrante sonrisa se dibujó en su rotro. Bruno se levanttó y le tendío la mano. Acto seguido le entregó el papel. Ella lo leyó y volvió a sonreir. Y movió las manos, de un modo que Bruno conocía muy bien, formando la respuesta que Bruno quería ver: "Y yo"
Tal vez fuera casualidad, tal vez no pero en ese momento Notas apretó el botón de Play y la canción de Bruno sonó una vez más.










lunes, 23 de julio de 2012

Cazadora II: Un nuevo comienzo

Shyana recogió sus escasa pertenencias y las depositó sobre una especie de mochila de piel que había confeccionada aquella misma tarde. Durante la noche mientras todos dormían, la joven se levantó de su camastro y se dirigió a las cabañas donde se guardaba todo el material. Pensó en coger una lanza, o un arco, pero pensó que robar aquello carecía de sentido, no podría esconderlo de no ninguna manera y sin duda se lo quitarían nada más verla. En su lugar cogió un cuchillo  piedras de yesca para hacer un fuego, cuerdas para colocar trampas y una aguja para poder confeccionarse algo de ropa de abrigo, aparte de su abrigo de piel, con lo que consiguiese cazar.

Cuando por fin salió el alba la aldea entera estaba despierta para despedir a Shyana.La joven avanzó entre la pasillo que los que un día fueron sus amigo formaban. El chamán de la tribu la detuvo un momento y en uno de los colgantes que llevaba, en aquel perteneciente a su tribu, colgó un nuevo amuleto, que representaba la culpa y la responsabilidad de los fallos cometidos. Llevaba su saco-mochila colgada en el hombro y avanzaba con fingida determinación. Temía lo que fuera a encontrarse ahí afuera, le daba miedo encontrarse sola, perderse, ser atacada por algún animal sin saber cómo defenderse, no encontrar comida también la preocupaba profundamente. Sin embargo también sentía rabia, dolor y un poco de odio hacia su tribu, no había pena ni consuelo en los ojos de ninguno de los presentes todos la miraban con indiferencia o como si fuera una desgracia que por fin desaparecía de sus vidas.
Shyana apretó los dientes e intentó no llorar. No les daría esa satisfacción. Buscó con la mirada a su amigo Rhis, pero no le encontró. No supo cómo tomarse eso.
Salió de la aldea y se internó en las lindes del bosque, intentando mantener la cabeza alta.
Entonces de entre los arbustos apareció Rhis, llevando su arco con él.
-¿Pensabas irte sin despedirte antes?- Shyana sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas. Entonces Rhis avanzó hacia ella y la estrechó entre sus brazos. La chica lloró al fin. Ere el primer gesto de afecto que recibía desde "el incidente". Nadie se había parado a pensar cómo estaría ella. Nadie se había preguntado cómo los estaría pasando. La habían criticado y declarado culpable del destrozo causado por los lobos y nadie había mostrado la más mínima compasión.
-Lo siento- murmuró ella.
-A mí no me tienes que pedir perdón, tú no tienes la culpa de nada.
-Tengo miedo.-confesó ella.
-Lo sé, por eso te he traído algo,-se llevó la mano a la cabeza y acogió una de las plumas que llevaba prendida al pelo.-Toma, es una pluma de águila, mi espíritu. El águila es el guía, te ayudará a encontrar el camino correcto.-Shyana se sintió reacia a aceptarla, una pluma de águila era una de las posesiones más preciadas que podía tener un shele, aún así aceptó el regalo.
-También, como aún desconoces tu animal, te doy esto, dijo sacando de entre sus ropas un colmillo lleno de diversa runas, que pendía de una cuerda.-Es de un lobo,-explicó,-te traerá suerte. Tal vez te ayude a descubrir tu espíritu.
Acto seguido se lo puso a la muchacha.
-Y por último, te regalo mi arco, lo necesitarás si quieres comer.
-Pero, yo no sé utilizar el arco.
-Aprenderás, ya lo verás. y en cuanto a las flechas, no tienes que preocuparte, sabes como hacer más.
Con una sonrisa llena de agradecimiento  Shyana cogió el arco y el carcaj que el joven le tendía.
-Voy a echarte de menos,-aseguró ella volviéndolo a abrazar.
-Todo irá bien.
Y tras algunas palabras más de despedida, la joven emprendió su camino hacia su nueva vida. Un camino que desconocía y que le depararía infinitos peligros. Pero le daba igual, sabía que ya nada podía ir a peor, ya no tenía nada que perder. Se paró y miró por última vez el lugar en cual había vivido hasta la fecha. Una lágrimas corrió por su mejilla. Cerró los ojos con fuerza, tragó saliva y respiró hondo. Cuando abrió los ojos fijó la vista más allá de las cumbres nevadas que rodaban el valle y reanudó su marcha, dispuesta a enfrentarse a su destino, a encontrar su propio camino.

... continuará.

lunes, 18 de junio de 2012

Entre las paginas de un libro

Os recomiendo escuchar mientras leéis.
http://www.youtube.com/watch?v=aWUqluu7nS0



Andaba hacia la biblioteca casi con prisa, no quería perder ni un solo minuto. Por fin llegué. Estaba frente a la puerta, cogía aire y abrí.
Un suave resplandor iluminó mi cara. Sonreí. Entre y al momento noté como el ambiente de la biblioteca me envolvía y me volvía cada vez más ligera. Era como una dulce y fresca brisa en una mañana de verano. Cerré los ojos, olía a magia y a papel. Avancé unos pasos y me paré. Me puse de puntillas y cuando me quise dar cuenta flotaba en el aire. Abrí los ojos con una sonrisa. Volé por la biblioteca de un lado para otro, paseando la mirada por la altísimas estanterías, cada cual con con una forma diferente. Disfruté de la magnífica sensación. Esquivé un hilera de libros flotante que se dirigían cada uno a su estantería, me "choqué" con una de la luces etéreas que iluminaban la sala, me acerqué a los grandes ventanales que nos enseñaban el cielo azul.

Luego, sin más dilación volé hasta la estantería donde se encontraba "mi libro". Una vez mis dedos hubieron tocado el lomo del libro, este comenzó despedir suaves rayos de luz provenientes de su interior. ignoré todos los cómodos sillones que llenaban la estancia, tanto abajo en al suelo como arriba en el aire. hacía unos pocos días había descubierto algo muy interesante que podía hacer con aquellos libros que hubiese leído. Abrí el volumen con cuidado y un blanco resplandor me iluminó la cara. Me concentré en las letras cerré los ojos con fuerza.

Y cuando los abrí ya no me encontraba en la biblioteca sino dentro de "mi libro". Bajé la mirada y vi como el extremo de un casi transparente lazo se ataba a mi cintura, mientras que el otro se perdía en el cielo uniéndome con el mundo real. Sin embargo aquella vez no quería recorrer ese mundo, ni ver mis parte favoritas. Esa vez quería vivir yo mi propia historia dentro "mi libro". Saqué de mi bolsillo una pequeña libreta y un pequeño frasco de tinta. Abrí la libreta y en la primera pagina derramé parte de la tinta del bote. "Esto será suficiente"me dije a mí misma. Acto seguido cerré la libreta y cogiendo el lazo que tenía en el pelo, até la libreta al cordón que me unía con la Tierra. En ese momento dejé de flotar y mis pies pisaron tierra firme.
Recorrí durante las horas siguientes "mi libro" viviendo mi propia historia, mi propia aventura. 

Entonces sentí como algo tiraba de mí, despegando mis pies de la tierra, alejándome de aquel maravilloso mundo que tanto me gustaba.

Cuando abrí los ojos me encontraba de nuevo en la biblioteca, y Rof, el bibliotecario de barba  castaña-pelirroja y de gafas de leer, me miraba con una mirada traviesa y divertida y los brazos en cruz intentando parecer serio y enfadado.
-Ya es la hora, tienes que irte.- Miré a mi alrededor, como de costumbre no había ya nadie en la biblioteca, yo siempre era la última. Rof me dejaba quedarme leyendo o dentro de un libro unos minutos mientras él ordenaba algunos libros. Pero ya se me había acabado el tiempo. Entonces me acordé de algo. Palpé mi bolsillo con ansiedad y saqué mi libreta. al verla Rof me miró con una sonrisa divertida. Abrí la libreta y contemplé  agradablemente sorprendida que esta estaba escrita. En la libreta figuraban las aventuras que había vivido entre las paginas de un libro.





Cazadora

El extenso valle de Tarium era el hogar de la tribu Sheles. Era un hogar realmente hermoso, lleno de vida. La gran variedad de flora y fauna hacían de Larium un lugar sin igual. Sus cristalinos y susurrantes arroyos, sus verdes bosques, sus coloridas flores, sus apacibles praderas donde los alces y otras criaturas pastaban tranquilamente, sus altas y rocosas montañas, que durante el invierno eran coronadas por blancos mantos de nieve. Los dulces y misteriosos susurro y sonidos procedentes de las criaturas que, en tiempo pasados, habitaron el valle. Desde el sagaz lobo, el astuto zorro, el tranquilo alce, la veloz águila la ingenua mariposa, hasta el ingenioso humano.
En la tribu, cada miembro era diferente de su vecino, cada uno tenía un nombre diferente así como un espíritu distinto. Los cazadores, los hombres encargados de proteger y mantener a salvo a la tribu solían tener como animal representante al oso, al zorro, águila,.. y algunas leyendas contaban que hubo algunos guerreros sheles con el tótem de los lobos aunque hacía muchas generaciones que ningún miembro de la tribu de los Sheles poseía el espíritu de un lobo. Por otro lado el o la chamán del clan llevaba el nombre de animales como la lechuza o búho, que presentaban la sabiduría. Y por último las mujeres, cuya alma llevaba el nombre de animales más apacibles como el petirrojo, el conejo, la mariposa,...
Los niños tenían un espíritu indefinido, sin forma. Eran como barro listo para ser moldeado. Cada uno se forjaba su propia personalidad y así su propia alma.

Shyana, era una de las niñas de la tribu, que empezaba adentrarse en la edad adulta crecer sin tener todavía un animal que la representara lo cual preocupaba no solo a su familia, sino a gran parte de la tribu. Sin embargo a ella por el momento no le interesaba aquello lo más mínimo. De hecho había pocas cosa que despertarán verdadero interés en ella. Nada que no estuviera relacionado con salir del pequeño poblado o la caza, carecía de interés para ella. Detestaba hacer la típicas tareas reservadas para los mujeres y niños. La recolección de fruta y plantas medicinales, tejer ropa, fabricar cestos, ... Observaba con envidia como su amigo Rhis se iba cada mañana de caza mientras ella se quedaba aburrida en el poblado. No era para nada justo.


Ocurrió un día, a principios de la primavera tras un invierno muy duro. Shyana acababa de cumplir trece años. Todos los hombres de la tribu habían ido en busca de comida, que últimamente escaseaba
En el poblado se quedaron solamente las mujeres, cuidando de los pequeños que durante el invierno habían enfermando. No había nada que hacer la joven india se aburría quería poder hacer algo, moverse. Quería que ocurriese algo interesante, algo que la permitiese probarse así misma. Pero jamás habría deseado que ocurriese lo que vino después.
Hacían ya varias horas que los hombres se habían ido y seguramente ya a penas les quedaba nada para volver a casa. Entonces sucedió. Algo se movió entre los arbustos, se oyeron unos leves gruñidos y a continuación como aparecidos de la nada llegó una hambrienta manda de lobos grises, de cinco componentes, dispuestos a cualquier cosa con tal de llevarse algo a la boca. Todos eran machos lo cual solo podía significar una cosa que estaban lo suficientemente hambrientos como para unirse y atacar.
El pánico se desató en el poblado. Había gritos de miedo, la gente corría desesperadamente de un lado para otro.
-¡Shyanna!-gritó una de las mujeres-, ¡ve a buscar a los...Aaaaaaaah!!- La joven volvió a la realidad, entendió lo que le habían dicho. Se dio la vuelta para hacer lo que le habían pedido, pero se vio incapaz de marcharse y dejarles allí. Debía hacer algo. Buscó algo con lo que defenderse a sí misma y al los demás, pero en su lugar encontró al lobo más grande de todos, un precioso e imponente ejemplar gris, que se acercaba poco a poco a la pequeña Lill, hermana menor de Rhis. Tenía que a hacer algo, ayudarla. Sin pensarlo cogió una de las piedras que había a sus pies. Cogió la cinta que sujetaba su larga melena castaña oscura, y con ella hizo una onda con la que lazó la piedra al lobo. Este apenas la miró, siguió acercándose a la niña. Repitió el movimiento dos veces más y a la tercera el animal se cansó de recibir golpes. Se volvió hacia Shyana y comenzó a avanzar hacia ella cada vez con más rapidez. La joven echó a correr. Se cayó varias veces y el lobo la habría alcanzado de no ser porque no corría tan rápido como podría haber hecho. Sin embargo Shyana comenzaba a cansarse. Entonces aparecieron los cazadores de sus tribu el primero apuntó al lobo y estuvo muy cerca de darle, pero este consiguió escapar.
Para cuando llegaron a la aldea, esta estaba mayoritariamente destrozada y los pocos supervivientes intentaban proteger a los numerosos heridos. Los cazadores cargaron sus arcos, lanzaron sus lanzas y los cuatro lobos que quedaban cayeron muertos sobre el suelo.

Durante el resto del día, la aldea al completo se dedicó a enterrar a los que había muerto y a curar a los heridos.  Trabajaron con eficiencia y por la noche ya habían terminado. Entonces El Consejo de Sabios, compuesto por el jefe, el chamán y los ancianos de la tribu, se reunieron en la cabaña del jefe.
Unos momentos después, Shyanna fue llamada a la cabaña.
- Shyanna. Se te pidió que buscaras ayuda no que intentases hacerte la valiente. Nunca escuchas ni haces caso, ¡mira lo que has conseguido! -gritó el jefe de la tribu, muy enfadado.
- Yo... yo solo quería ayudar,-murmuró la joven sin apenas voz.
- ¡Pero si eres una cría!-exclamó iracundo Tekama, el jefe de la tribu.- Ni siquiera sabes protegerte a ti misma, ¿cómo pretendes proteger a los demás?
- Shyanna no vives sola, tus acciones repercuten en toda la tribu.-Agregó uno de los ancianos presentes muy serios.- El precio que hemos tenido que pagar por tu desobediencia, insensatez e irresponsabilidad ha sido demasiado alto.
- Eres casi tan culpable como esos lobos- dijo el chamán.
- Yo...yo lo siento mucho...- Dijo Shyanna con un hilo de voz. 
- De haber hecho lo que Karia te dijo, venir a buscarnos, no estaríamos en estas condiciones. ¿Sabes cuántas vidas podríamos haber salvado?
- Y todavía debemos agradecer que Tekama decidiese volver antes de lo acordado. ¡Y si no hubiésemos decidido volver antes! No te mereces haber sobrevivido, no cuando otros han muerto por tu culpa- escupió el compañero de la difunta Karia. La joven notó que le faltaba el aire antes esas palabras.
- ¡¡Shyanna eres consciente de lo que has causado!!- gritó otro anciano. Shyanna asintió en silencio mientras apretaba con fuerza los ojos intentando en vano reprimir las lágrimas que se agolpaban tras sus párpados. 
- Por esta razón, el Consejo, ha decidido expulsarte de la tribu de los Sheles.-Sentenció Tekama. Shyanna levantó la cabeza de golpe con el miedo y la angustia brillando en sus ojos.
- Será lo mejor para todos. En la tribu no hay sitio para quien que no acata las órdenes que recibe.-Añadió el chamán con frialdad.- Si eres tan capaz como querías demostrar, no tendrás ningún problema. 
- Mañana  al alba -dijo Tekama retomando la palabra- abandonarás la aldea para no volver jamás.

























martes, 29 de mayo de 2012

El piano

Bajaba las escalera con prisa, con un poco de surte podría llegar al patio y disfrutar de los últimos minutos de recreo que quedaban. Entonces fue cuando lo oí.  Las notas fluían suaves y alegres por el aburrido ambiente del insttituto. Seguía aquella agradable melodía que me hacía flotar. Realmente era hermosa. La canción me llevó hasta el único lugar del que podía proceder algo como lo que estaba escuchando, el aula de música. Me asomé con timidez y tras unos segundos de vacilación decidí entrar.
Estaba sentado fernte al piano mientras sus ágiles dedos bailaban sobre el teclado con decisión y delicadeza. No seguía ninguna partitura,  la hermosa melodía estaba compuesta de notas aleatorias pero perfectamente convinadas. Recordaba haber visto aquel muchacho ensayando conmigo en coro, en los ruidosos pasillos del instituto al sonar el timbre de las dos y veinte. pero ahora todo eso parecía muy lejano, aquellas notas me transportaban a un lugar muy, muy lejos del instituto. Entonces la canción terminó y fui bruscamente devuelta a la realidad.
-Es muy bonita-dijo una aguda y suave voz. Entonces me percaté de la presencia de una niñas de 1º de alegres alegres ojos que había estado escuchando maravillada a aquel chico de 4º.  Entonces me di cuanta que ya no me importaba no llegar al recreo a tiempo, esto era mucho mejor. Nadies más que nosotras había escuchado esa preciosa canción.
-Gracias-reporndió el muchacho con una sonrisa- la he compuesto yo.
-No sabía que tocases-murmuré. El me miró sonriendo.
-Hay mucho que no sabes de mi-contestó aún sonriendo. Y sus dedos volvieron a deslizarse sobre el teclado volviendo a componer una melodía más bonita, si cabe que la anterior.



viernes, 11 de mayo de 2012

¿Para qué sirve la física?

Un buen día, en un instututo como otro cualquiera, tocaba hacer, bajo el ardiente sol de la una y media del mes de mayo, la prueba del salto de longitud. Bueno el caso es que estaba Andrés, un experto en física que tenía pensado estudiar física cuántica (una de esas carreras que tú no harías porque suena a que tiene muchos números) y Juanma, uno que simplemente quería terminar la E.S.O. para poder hacer lo que le gustaba de verdad, tumbarse en la cama sin hacer nada, salir y sobre todo, deporte.
Entre tanto llegó el profesor de Ed.Física, un tío con cara de "os voy a hacer la vida imposible en cuanto a mi asignatura se refiere, muajajaja", y comenzó a llamr a la clase por orden de lista para realizar la prueba.
Fue entonces cuando le tocó al Futuro licenciado en física cuántica, se plató allí, sacó papel y boli y comenzó a calcular mientras el profesor le miraba con cara de "¿y este qué hace?".
-A ver si claculo la velocidad de mi salto con la fuerza que empleo de 8N [newtons, la forma que alguien inventño para medir la fuerza ¬¬], y le quito la fuerza de rozamiento de l aire que deben ser unos 2N, pero que para que sea menos, me coloco en una posición aerodinámica... ¡perfecto! y me sale que llegaré a los 5m de longitud, que es un diez, ¡soy un genio! ni Einstein...

Se coloca en la marca coge impulso y una, dos, y ¡salta! Aterriza en el suelo con cara de satisfacíón, pensado en que ha estado en el aire más tiempo que los de "Oliver y Benji" cuando tiran a puerta. Se da la vuelta para comprobar su magnífica marca y ... ¡1,2 metros!
-Un tres -sentencia el profesor casi con alegría. Un cabizbajo Andrés se sienta un par de metros más allá.- Siguiente.
Juanma, por lo menos él no sacará más nota que yo, no sabrá la fuerza que emplear para aprobar, se dijo Andrés. Mientras Juanma coge carrerilla y ...¡3,1 metros!
-10-dice el profesor.
-¡Juanma!-llama Andrés- tío ¿cómo lo has hecho? ¿qué has calculado? ¿la fuerza de viento , de salto...?- El otro le miraba sin entender ni una palabray le corta la paranolla que se está montando:
-Pero si yo solo he saltado. ¿qué me estás contando?

                           ¬¬'

Conclusión:
-1. Andrés dedicate solo a la Física.
-2. Dicha asignatura solo vale para rellenar un papel llamado examen.







martes, 17 de abril de 2012

Tiempo

Parémonos a pensar solo por un momento. Miremos a nuestro alrededor, ignoremos todas y cada una de las conversaciones que están teniendo lugar a nuestro alrededor. Escuchad vuestro corazón latir dentro de vuestro pecho.

Todo ha pasado muy deprisa y ni siquiera nos hemos dado cuenta. Estamos inmersos en nuestra rutina, en la velocidad de nuestro día a día. Vamos de aquí para allá desde que nos despertamos hasta la hora de dormir. No paramos en ningún momento a pensar que ya ha pasado. Seguramente aún no seáis conscientes de ello, pero estamos ya en el 2012, (y ahora seguramente pensareis que me he vuelto loca, ¡cómo no vais a saber el año en el que estamos! Pero no, no habéis entendido nada, no veis lo que quiero decir). No os dais cuenta que todo ya ha pasado, que hace muy poco éramos simples niños que jugaban a ser mayores, y ahora que ya lo somos no nos hemos dado cuenta. Hace sólo unos meses estábamos en el 2011, y todo lo que hoy estamos viviendo se nos antojaba muy lejano, pero no era así, esos momentos ya han llegado, y algunos ya se han ido.

Apenas hemos sido cocientes del paso de los años, y ahora miramos atrás con añoranza pensando en los tiempos pasados, arrepintiéndonos de no haber podido disfrutarlos más, y mientras desperdiciamos el tiempo presente.

Y seguramente, tampoco os habéis fijado del todo que ese futuro con el que soñábamos ya ha llegado y ya se está yendo sin que nos demos cuanta, porque estamos demasiado ocupados pensando ya qué haremos en un futuro, soñando con que llegue el fin de semana, las vacaciones, ... Demasiado ocupados mirando nuestras agendas e intentando organizar momentos que aún no han llegado en vez de vivir los momentos de hoy.  Sin apreciar esa sonrisa que nos brinda un amigo al vernos llegar a clase, o al trabajo,... o de esa mariposa que ha pasado por tu lado anunciándote que la primavera ya está aquí, exhibiendo sus mejores galas, solo para nosotros. Pero estamos demasiado ocupados para fijarnos.

Pero sigue ahí, por si decidimos cambiar de idea, cerrar nuestra agenda y tumbarnos a disfrutar del día o salir ala calle a ver qué hay de nuevo.

El pasado es historia,
            el futuro aún es un misterio,
                                     el presente es un regalo.

miércoles, 4 de abril de 2012

El pintor de almas (IV)

A continuación Laurien sacó con parsimonia, una bonita daga de debajo de su corpiño, y se quedó contemplándola durante un par de segundos y se la entregó al guardia que tenía cogida a Iris. Esta intentó zafarse de él, pero este la sujetó con más fuerza.
-¿Harás ahora lo que te pida?-preguntó Laurien con fingida inocencia. Ángelo miró a Iris que temblaba de puro terror y le miraba suplicante.
Ángelo estaba entre la espada y la pared. Al no oír respuesta, Laurien hizo una señal al guardia y este colocó la daga sobre el cuallo de Iris, provocándole un incisura de la que pronto brotó un hilillo de sangre.
-¿Harás lo que te he pedido?-repitió la reina.
-¡De acuerdo! Lo intentaré-dijo el pintor. Pero al coger el pincel, el bello rostro de Laurien desapareció, y en su lugar apareció un monstruo. Temblando alzó la mano y comenzó a pintar. pero fue inútil, no podía más que pintar el alma de la reina, no su aspecto. Ángelo dejó caer el pincel de sus manos al terminar el boceto, y la reina aulló de ira y humillación al verlo.-Lo siento, no puedo hacer lo que me pedis-murmuró él. Pero laurien no le escuchó y gritó al guardia:
-¡Mátala!
-¡No por favor...!- exclamó Ángelo. pero ya era demasiado tarde. El guardia había hundido la daga en el corazón de un sorprendida Iris, que que se desplomaba ya sobre el suelo. Ángelo la recogió del suelo y la acunó en us brazós. Tenía los ojos llorosos.
-Lo siento, perdoname.-Le susurró con la vos rota. Iris sin embargo le sonrió con ternura. En sus ojos había miedo y dolor si, pero también amor y perdón. Intentó articular unas últimas palabras, pero la frase murió en sus labios, e Iris cerró los ojos para siempre.Ángelo cerró los párpados con fuerza, dejando que un par de lágrimas rodasen por sus mejillas minetras abrazaba el inmóvil cuerpo de su queridísima Iris.
Laurien comtemplaba impasible la escena.
-Nada de esto habría pasado si me hubieses obedecido desde un rpincipio. Era mi mejor costurera-comentó con indiferencia. Ángelo se levantó de golpe y se avalanzó contra ella. Pero antes de que pudiese alcanzar el cuarpo de la reina, el guardia le retuvo.-Encerradle-ordenó- Mañana volverás a intentarlo, y por tu bien, que esta vez salga como yo espero.


Ángelo fue llevado a una oscura y húmeda celda, donde se vio obligado a pasar la noche. Esta no estaba cerrada con llave, y podçía salir de ella cuando "quisiese", pero por mucho que lo inetara el pintor nunca podría salir del palacio. Todas y cada una de sus salidas estaban custodiadas por varios centinelas.
Se sentó en una esquina y lamentó con toda su alma la muerte de Iris. El simple hecho de recodar cómo era en verdad la joven le hacía daño. Tal vez, si no hubiese aceptado el cargo desde un principio, tal vez, solo tal vez esto no habría ocurrido. Pero ahora era demasiado tarde para lamentarse. Ángelo sabía perfectamente lo que ocurriría mañana. Y sabía que no podría hacer nada para evitarlo, sin embargo no pensaba dejar las cosas así.
En medio de la noche Ángelo se despertó, y sigiloso como una sombra y ágil como una gato salió de su celda y fue directo a los que habían sido sus aposentos. de allí tan solo cogió una cosa su pincel.
Evitó todas las miradas de los adormilados guardias. Pasó por delante de la habitación de la reina, apenas se paró unos minutos frente a ella.
-Pronto Laurien, muy pronto, tendrás tu retrato- prometió en voz baja.- Y será para siempre.
Por fin llegó a su destino, el salón con los cuadros de la reina. No se fijó en ninguno de ellos, fue directo a su objetivo, el espejo de la reina.. Y con su pincel trazó unos suaves y sutiles dibujos a lo largo de todo el marco, sin tocar la superficie reflectante. Cuando terminó contempló su apenas visible obra y tan rápido y silencioso como había llegado, volvió a su celda.

A la mañama siguente dos guardias fueron abuscarle. Lo encontraron donde la noche anterior lo habían dejado, en una esquina de la celda. Fue llevado ante la reina que le esperaba en la habitación dónde había realizado los otros dos cuadros.
-Puedes empezar-ordenó Laurien. Ángelo esbozó una siniestra sonrisa y comenzó su íltimo cuadro. Era como todos los anteriores, en él aparecía el mismo mostruo oscuro y siniestro, aunque esta vez parecía que la reina estaba mucho más horrible que en los anteriores. Ángélo se apartó satisfecho y dejó que Laurien obsevase su obra. La reina enloqueció de ira arranca la tela del caballete y la rompe. Acto seguido hace una señal alos guardias que se encontraban detrás de Ángelo, y uno de estos con un rápido movimineto desenvaina su espada y mata al pintor. Ángelo no deja de sonreír, lo que hace que la reina se enfade todavía más. Y con su último aliento, Ángelo pronuncia el nombre de la persona más bella que conoció y a la que más quiso.
Iris.

La reina salió de aquella habitación indignada y se fue al salón donde guardaba todos sus retratos. Entró y sacó de un bolsillo el retrato de Iris. Lo miró con rabia e intentó romperlo como había hecho con el suyo. Pero fue incapaz. Asi que con desdén, lo tiró al suelo. Avanzó majestuosa hacia el espejo y al alzar la mirada para verse reflejada en el profirió un grito lleno de terror y rabia. Ante ella se econtraba el reflejo de su alma. Tal y como Ángelo la dibujaba.

                                                      . . .

martes, 3 de abril de 2012

El pintor de almas (III)

Entonces, Ángelo apareció de detrás de unos arbustos. Lleavaba su su bata para pintar y lucía su característica sonrisa. Iris frunció el ceño y ladeó la cabeza al ver el caballate tras él.
-No irás a...
-Sí-cortó él, y antes de que ella retrocediese, la cogió del brazo y la atrajo hacia si, impidiéndole que escapase.-No, no, tú te quedas aquí, sin excusas.- Y la llevó hasta un cercano banco de granito. Mientras, Iris reía nerviosamente.
-Esta bien-dijo entre risitas,-¿cómo me pongo?
-Me da igual, no tiens por qué estar completamente quieta, tú solo mírame a los ojos.-Dijo Ángelo cogiendo su pincel, y se aproximó al caballete. Alzó la mirada, miró a Iris, esta vez con el pincel, Y se quedó sin aliento. Ante él se alzaba la criatura más bella que había visto, y seguramente la más hermosa del mundo. Era pura y luminiosa. Transmitía una agradable sensación de paz y cariño. Resplandecía con un suave halo de dulzura su alrededor. Era tan preciosa, podría haberse quedado el resto de su vida contemplándola. Así que así era Iris, se había imaginado cómo sería su alma, tenía una cierta idea de cómo podría ser, pero aquella idea no se aproximaba ni de lejos a la realidad.
-¿Pasa algo?-preguntó ella. Ángelo negó con la cabeza volviendo a la Tierra. Alzó el pincel y lo deslizó sobre el lienzo.

Tardó solo unpa r de días en terminarlo. No solo poruqe era mucho más pequeño, sino porque Ángelo trabajaba con más ganas y ahínco. Cundo lo hubo terminado se lo mostró a Iris.
-Pero...pero,... yo no... yo no soy así. Yo no soy tan...guapa-dijo rozando la obra con la punta de los dedos.
-Lo ers, mucho más, créeme cuando te digo que lo que he pintado no es ni la mitad de lo que ers en realidad. Dentro de ti hay mucho más de lo que conoces.-Dijo él. Ella alzó la cabeza y le miró a los ojos, y le sonrió de aquella manera que a Ángelo tanto le gustaba. Sus ojos brillaban y transmitían tantas cosas y tan hermosas que a Ángelo esta vez no le hizo falta el pincel para dislumbrar el verdadero aspecto de la joven. Alzó una mano y le acarició con suavidad la mejilla. Iris cerró los ojos para disfrutar de la sensación.

Acordaron que, por precaución, Ángelo se quedaríapor el momento el cuadro, para evitar que Laurien lo descubriese. Pero sus buenas intenciones e ideas no podrían evitar lo que se avecinaba. Ingenuos. Pobres, inocentes, si no se tratase de Laurien , si no fuera por tantas cosas...

Todo se descadenó una tarde de primavera durante el descanso de Ángelo, que supuestamente, llevaba tres semanas trabajando en el retrato de Laurien, mientras estaba sentado en su taburete observando el retrato de Iris con el de la reina detrás suya, cubierto por una corina blanca. Laurien volvió a la sala antes de lo previtó y descubrió a Ángelo con el cuadro de Iris en las manos.
-¡¿Qué es esto?!-exigió saber, arrebatando la puntura de las manos del pintor. Al verlo de cerca enfureció enseguida. Ángelo se levantó y retrocedió intmidaso por la abrasadora mirada de la reina, temeroso de su ira.-¡¿Cómo?!-Laurien avanzó hasta lo que debía ser su retrato y lo descubrió. Se quedó quieta unos segundos observando el lienzó, antes de tomar aire y explotar como un volcán. El cuadro, como era de suponer, aún no estaba terminado, pero lo que se veía era oscuro y siniestro, horrible. Sguía siendo como el retrato de un mostruo. Cundo la reina se recompuso dijo:
-No quieres obedecerme por als buenas, pues será por las malas.-Acto seguido gritó:- ¡¡Traedme a Iris!! ¡¡Y un nuevo lienzo!! ¡¡Ahora!!
-¿Qué? ¡No! Dejadla a ella, no tien nada que ver con esto- protestó Ángelo enseguida.
-Si  loq ue necesitas es inspiración, la tendrás- continuó como si no hubiese escuchado. Enseguida el cuadro sin terminar fue sustituido por un nuvo y blanco liezo e Iris apareció en al habitación escoltada por un hormbre de cuero negro, que seguramente fuese un guardia. Iris y Ángelo intercambiaron una mirada llena de incertidumbre y miedo.

viernes, 30 de marzo de 2012

El pintor de almas (II)

Laurien estaba furiosa, se sentía humillada. Y se comportaba de manera arisca con todos a su alrededor.
Pero había sido indulgente con Ángelo y le había dado una segunda y última oportunidad y le había recomendado, por su bien, hacerlo bien esta vez. Había quemado el horroroso retrato que le había hecho y habían comenzado de nuevo. Esta vez Ángelo alargó mucho el proceso, pintaba muy de vez en cuando y muy lentamente. Pero la reina comenzaba a impacientarse.
Iris tenía razón no debía haberla pintado tendría que haber reusado de hacerlo caundo la había visto por dentro. Tenía que encontrar una solución al problema al que se enfrentaba. Pero no sabía qué hacer, por lo tanto decicdió preguntarle a Iris.
-Te lo advertí-le respondió cuando él le hubo terminado de plantear su problema.- Te dije que la pintases de modo que saliese favorecida, pero no me escuchaste. Entioendo que no te caiga en gracia, ¿pero crees que a los demás sí? Para nada, todos se dejaban el alma en pintarla lo mejor posible. Ya te lo dieje en su momento, Laurien es muy altiva y orgullosa, no admite errores. Tiena mucho poder y no duda en castigar a aquellos que no cumplen sus órdenes. Pero, has tenido suerte, te ha dado otra oportunidad y eso no es algo que haga con mucha frecuncia, créeme. Asi que te recominedo que la pintes bonita y salgas de aquí caunto antes.
-No lo entiendes-murmuró él.
-¿Pero que es lo hay que entender, Ángelo? Eres un pintor ¿no?, pues píntala tal y como es y punto.
-¡Ése es el problema? Que solo la puedo pintar tal y como es. Te lo explicaré-dijo al ver la cara de incomprensión de Iris- cada vez que cojo el pincel, dejo de ver como haces tu y el resto del mundo. Cunado cojo el pincel, veo más allá, mucho más allá. Veo cómo son las personas por dentro, veo sus almas. No puedo pintar otra cosa porque eso, es lo único que veo cada vez que cojo un pincel.
-Te has vuelto loco- dijo ella ante aquella descabellada explicación.
-Sabía que no me creerías-dijo él esbozando una cansada sonrisa.- Nadie lo cree nunca.
-Porque es imposible que puedas hacer algo así-replicó la criada.
-¿Por qué es imposible?- le preguntó enarcando una ceja.- No, de verdad piénsalo, ¡por qué iba yo a decir tal cosa?, ¿no crees que de poder la pintaría como es físicamente y me largaría de aquí, en vez de inventarme todoa esta historia?-Iris permaneció callada, sin saber que decir.- Va de jalo, no merece la pena. Ya me la arreglaré yo solito-dijo dándose madia vulta y echando a andar.
-¡Espera!- Lo retuvo Iris- supongamos que te creo, supongamos que todo lo que me has dicho es verdad, ¿en qué te puedo ayudar yo? Yo no sé pintar. Sólo te piedo dar más tiempo.
-Con eso será suficinte, gracias- le agredeció. Por toda respuesta Iris le dedicó una encantadora sonrisa.

Gracias Iris, Ángelo ganó tiempo. Ambos hacían todo lo posible tanto para mantener ocupada a Laurien como para evitar que se encontrase con Ángelo. Se pasaban el día de un lado para otro, rehuyendo a al reina, escondiendo los materiales del propio Ángelo para que este no pudiese pintar. Ambos sabíanq ue no podrían mantener aquella treta por simpre, pero habría que hacer todo lo posible porque durara el máximo tiempo posible.
A fuerza de pasar tato tiempo juntos, Ángelo e Iris acabaron por hacerse muy buenos amigos. Y hacía varios días que Ángelo intuía cómo podría ser el alma de la chica. Pero la verdad es que no se necesitaba ningún poder especial para ver la bondad de Iris.
Un día Ángelo decicdió poner en práctca una idea que le llevaba rondando varios días por la cabeza.
-Iris, quiero que mañana vengas antes a palacio, poco después del amanecer.
-¿Mañana?-preguntó extrañada- pero, mañana es domingo, Laurien no se despierta hasta que el sol está en lo alto del cielo, mañana podemos relajarnos un poco.-él sacudió la cabeza y la sonrió enigmaticamente.
-Tu ven, te esperaré en ela jardín, junto a los bancos de piedra.-dicho esto, se dio media vuelta y se marchó. iris se encogió de hombros.
-Vale-dijo para sí.


Hacía tan solo unos minutos que había amanecido cuando Iris llegó al lugar indicado por Ángelo.
...

sábado, 24 de marzo de 2012

El pintor de almas

(Este relato, con sus cuatro capítulos han sido enviados a la Antología Solidaria Masqueunahsitoria, razón por la cual no será posible acceder a ellos durante un tiempo).


Ángelo era un excelente pintor a pesar de ser bastante joven. Pintaba como nadie más lo hacía. Era conocido en toda la comarca. Sus cuadros no tenían comparación. Y lo que hacía que Ángelo fuese diferente de todo los demás artistas de su época no era su estilo, ni su forma de pintar, ni la técnica que utilizaba, sino su increíble capacidad para pintar a alguien tal y como era por dentro. Sí, Ángelo era capaz de pintar el alma de las personas.

El por qué de este extraño "don" nadie lo sabía con certeza. Había quien decía que el día de su nacimiento, Karishia, la musa del arte, le había tocado con su etérea mano otorgándole así dicha gracia. Fuera como fuere Ángelo era capaz de cautivar a la gente con sus obras.

Acudía gente de todos los países para pedirle un retrato.
Su fama llegó a los oídos de la mismísima reina Laurien. Una hermosa y presumida joven a la que le encantaba coleccionar retratos suyos. Todos los cuadros los guardaba en un gran salón. Laurien estaba obsesionada con no envejecer y con que la gente la recordara así como era en ese momento, hermosa y joven. Y teniendo retratos de todos los pintores conocidos de la época, el cuadro de un pintor de tanto prestigio y fama como era Ángelo, no podía faltar.


El pintor fue hecho llamar por la reina y llevado ante ella. Cuando Ángelo llegó a la corte quedó impresionada por todo el lujo que lo rodeaba. Pero la mayor sorpresa fue cuando vio a Laurien. Era la mujer más bella que había visto nunca. Su cabello eran finas hebras de oro que descendían suavemente por su espalda en delicados bucles. Sus ojos, relucientes esmeraldas, chispeaban a la luz del sol. Su tez azucena y sus labios rojos como la sangre hacían de la joven el ser más hermoso de todo el país.

-Os hecho llamar porque como supondréis, quiero que me retratéis- habló la reina con su dulce y aterciopelada voz- y si vuestro cuadro me complace, este será colocado en el salón que tengo reservado para todos mis retratos y vos seréis cubierto oro. Acompañadme y os mostraré mi colección- dijo Laurien poniendo se en marcha e invitando a Ángelo que la siguiese con un majestuoso gesto de su delicada mano. Él la siguió aún turbado por su belleza. Mientras caminaban hacia el salón de los retratos, se cruzaron con una de las criadas de la reina, que al ver a su señora, hizo una profunda reverencia.
-Mi señora-la saludó la muchacha. La reina ni siquiera la miró, pero al pasar por su lado se recogió el vestido para que este no tocara al joven criada. Esta bajó la cabeza avergonzada. Ángelo que había contemplado la escena frunció el ceño, tal vez Laurien no fuese tan bella como parecía.

La criada volvió a inclinarse al ver a Ángelo, pero este la sujetó e impidió que se agachase.
-A mi no hace falta que me trates con tanto respeto.-dijo con una sonrisa-soy Ángelo.
-Soy...
-¡¡¡Iris!!!-gritó la reina desde el final del pasillo-¿ya has acabado todas tus tareas?-Iris se separó del pintor rápidamente.
-Lo siento tengo que irme-dijo precipitadamente mientras desaparecía entre el laberinto de puertas y pasillos. Ángelo la miró marcharse negando con la cabeza.
-¿Me acompañáis?-preguntó Laurien. Por toda respuesta Ángelo anduvo hasta colocarse junto a ella.
Por fin llegaron al salón destinados a los retratos de la reina, que se encontraba al lado de su dormitorio. Ángelo contempló boquiabierto el lugar estaba ricamente decorado, aunque resultaba un poco extraño ver tantos cuadros de la misma persona. Sin embargo todos ellos eran preciosos.

En el centro de la estancia había un bonito espejo en el que Laurien ya se estaba mirando. El marco era de oro y tenía alguna esmeralda adornando las esquinas.
-Podéis empezar mañana-le dijo Laurien al pintor sin dejar de mirarse al espejo.-Ahora os podéis retirar, Iris os mostrará la habitación en la que os quedareís. ¡Iris!-gritó la reina. En cuanto la joven llegó le dijo lo que debía hacer. Ella asintió con una reverencia e invitó a Ángelo a que la acompañase.
-Y dime- le preguntó Ángelo una vez hubieron abandonado el salón,-¿cómo es la reina?- Ante aquella pregunta la joven criada tomó aire y miró en todas direcciones como si temiese que alguien la estuviese escuchando.
-La señora es alguien muy... particular.
-No os trata bien ¿me equivoco?- Ella asintió imperceptiblemente.
-Pero ella es la reina y nosotras las criadas, no hay elección.
-No tiene porque ser así,-dijo él.
-Ya hemos llegado- anunció, evitando así contestar.- Si necesitáis...perdón necesitas-dijo con una tímida sonrisa ante su mirada de "reproche"- llámame a mi o a cualquiera de mis compañeros.- Y dicho esto Ángelo se metió en sus aposentos e Iris se marchó.

Antes de dormirse, Ángelo estuvo reflexionando. Iris no era tan bella como la reina y sin embargo parecía mucha mejor persona que Laurien. Iris tenía el pelo color azabache y ojos oscuros, no luminosos como los de Laurien, tampoco tenía la bonita figura de la reina ni su voz era tan suave, pero daba la impresión de que Iris tenía un alma mucho más pura que Laurien.


Al día siguiente Ángelo comenzó su trabajo. Pidió que la reina se presentase ante él para comenzar a pintarla. Pasaron, sin embargo unos largos minutos antes de que Laurien presentase. Y mientras el pintor esperaba apareció de nuevo Iris.
-Buenos días señ... Ángelo-le saludó ella recordando la petición que le hizo el pintor el día anterior.
-Hola Iris, es agradable ver una cara relativamente conocida, desde que me he despertado no he visto más que extraños-sonrió. Por su parte Iris bajó la cabeza reprimiendo una sonrisa.
-¿Te apetece algo para desayunar? Voy a bajar ahora a la cocina, por si...
-No hace falta gracias-respondió él con una radiante sonrisa.- De momento estoy bien.
-Bueno, en ese caso....
-Iris-la cortó de nuevo él. Ella dio un respingo- Sé que tienes prisa, pero necesito que me digas qué opinas de Laurien.
-Pues... ella es hermosa, salta a la vista, ¿no crees?
-Sabes que no me refiero a eso, quiero que me digas como es, como persona.
-Buenoo... pues... ella es... una buena reina...
-Sé sincera-le pidió él- no se lo diré a nadie.
-Como una ogresa. -Dijo sorprendida de haber dicho tal cosa. Miró a todos lados temiendo haber sido escuchada.- Por fuera es hermosa, pero... es arrogante, exigente y muy puntillosa. Por tu bien, píntala de manera que salga favorecida,-lo advirtió.
-¡Iris!-dijo un voz desde el pasillo.- ¿se puede saber qué haces todavía aquí? He mando a Catalina a buscarte, aún no habéis terminado mi vestido rojo. -La recordó con dureza.
-Lo siento señora -respondió Iris bajando la cabeza haciendo una reverencia.- Yo...
-Lo quiero para hoy, ¿me has escuchado?- la advirtió. Iris se quedó callada con la cabeza baja- Mírame cuando te hable, - dijo, la joven levantó la cabeza- ¿Me has oído? ¡Contesta!
-Sí señora-contestó ella temblando como un flan.
-Entonces, a ¿qué esperas? ¡Largo!- Iris salió de allí rápidamente.

Ángelo que había estado observando la escena sin intervenir, negó con la cabeza.
-Bien ya estamos solos, puede usted empezar- ordenó la reina. Y se fue a clocar en su posición. Ángelo encaró su caballete y miró el blanco lienzo, y luego la figura de la reina que debía plasmar en la tela. Cogió el pincel y volvió a mirarla. Entonces ahogó una expresión. Toda la belleza había desaparecido del cuerpo de la reina. En el lugar de una bella joven, se alzaba una horrenda criatura con una silueta humanoide, pero infinitamente más feo que cualquier ser humano.
-¿Ocurre algo?-exigió saber la reina. Ángelo negó con la cabeza.- Bien pues ¿a qué estás esperando?
Ángelo cogió aire, mojó el pincel en pintura, y lo deslizó sobre el lienzo.

Tardó varios días en terminar el cuadro, la reina esperaba impaciente, Iris esperaba que fuera del agrado de la reina y Ángelo, simplemente esperaba terminar cuanto antes para poder salir de allí. Por fin llegó el día en el que el cuadro estuvo finalizado, pero todos hubiesen deseado que este no hubiese llegado nunca.

Cuando Ángelo levantó la tela que cubría su obra estaban presentes, Laurien, él e Iris, que por petición de Ángelo había acudido y que permanecía escondida entre las sombras. La reina profirió un grito de estupefacción y horror al ver su retrato, y la bandeja que sostenía Iris cayó al suelo con gran estrépito. Laurien ni se percató del ruido ni de lo que Iris acababa de hacer. No daba crédito a sus ojos.
-¡¿Qué es esto'!- exigió saber, sin poder reprimir su enfado.
-Vuestro retrato.- contestó Ángelo con total tranquilidad, desafiándola.
-Exijo una explicación.
-No hay ninguna explicación valida, señora, vos sois así.
-Por vuestro bien espero qué arregléis esto.-Y dicho eso salió furiosa de la habitación. Una vez se hubo marchado Iris salió de su escondite.
-Pero Ángelo, ¿qué has hecho?-dijo desolada.- No sabes dónde te has metido, ¿por qué lo has hecho?

-Tranquila, todo irá bien-contestó él. Pero nada estaba más lejos de la realidad.


martes, 6 de marzo de 2012

¿Qué son las estrellas?

¿Qué son las estrellas?, se preguntaba la pequeña Sarah ¿Cómo era posible que en pleno 2090 nadie supiese nada de ellas? ¿Por qué nadie sabía contestar a una pregunta tan sencilla? Todos le contestaban cosas diferente y sin sentido alguno.
-Las estrellas,... son objetos astronómicos que... brillan con luz propia y que están muy, muy lejos de la Tierra.-Había explicado George, su profesor.
-Son bolas brillantes que llenaban el cielo cada noche, pero hace varios años que nadie ve una, algunos dicen que ni existen.- Le había dicho su vecino.
-¿Las estrellas?... ¡Aaaah!... Ya me acuerdo. Hace unos años vi alguna cuando fui al campo de mi abuela. Son luciérnagas que se quedaron pegadas hace tiempo en el cielo pero como eso pasó hace mucho tiempo se han ido cayendo y por eso ahora ya no hay ninguna.-Le explicó un compañero de clase.
-Pues,...serán el reflejo de las luces de la ciudad- le había contestado su hermana mayor, sin mucha convicción.
-No, me llamo Isabelle, no Estella-dijo una compañera de clase, que había escuchado mal la pregunta y había entendido que su amiga le había preguntado si se llamaba Estrella.

No, nadie sabía responder a su pregunta. Había llegado ala conclusión de que si quería averiguar que era una estrella tendría que averiguarlo ella misma. Así que cuando llegó a su casa cogió su mochila rosa y metió un par de guantes, una bufanda y su muñeca favorita. Se puso su chubasquero amarillo de patitos, su botas de agua y se plantó en la cocina con expresión resuelta y decidida.
-Mamá- dijo con su aguda vocecita- mamá, me voy a buscar estrellas.
-Vale cariño, pero no tardes que enseguida comemos.-Dijo de forma distraída y sin mirarla..
 Y Sarah se dirigió a la entrada. Estaba delante de la puerta de la calle, cogió aire, se puso de puntillas agarró el pomo y...
-¡Pero qué haces!-chilló su madre detrás de ella, apartándola de la puerta.-¿Se puede saber qué pretendías hacer?
-Ya te lo he dicho mamá, ir a buscar estrellas. Y me has dicho que no tardese mucho porque teníamos que comer así que...
-¡Pero qué estás diciendo! ¡Buscar estrellas! ¡Si ni siquiera sabes lo que son!
-Por eso me iba a a buscarlas, para ver qué son.-Explicó la niña con inocencia. La madre inspiró una, dos veces.
-Vete a tu cuarto y que sea la última vez que hace esto. Vamos hombre, ¡Una cría de cuatro años!Buscando estrellas ¡por Manhattan!, lo que me quedaba por ver.
Sarah meneó la cabeza con desaprobación, "Mayores"- se dijo. No les entendía nunca,  había pedido permiso para ir a buscar estrellas, y su madre había dicho claramente "vale" ¿por qué entonces se enfadaba tanto?

Pasaron las semanas y los meses, y por fin llegó el verano. El calor era insoportable en la gran cuidad.
Más de una vez, Sarah se había preguntado por qué narices nadie quitaba la calefacción de la cuidad si el invierno ya había pasado. No entendía por qué en invierno, que hace frío, ponen el aire acondicionado y en verano cuando hace calor conectan en la cuida la calefacción.
La familia de Sarah tenía pensado pasar el mes de agosto en Vancuver. En una casa rural a las afueras de la cuidad, muy, muy lejos de la urbe y celebrar allí el cumpleaños de la pequeña Sarah. Lo cual para la hermana mayor de Sarah, Ashley, era un fastidio, pero el resto de la familia era el plan perfecto para las vacaciones.

Llegaron a la casa que habían alquilado, el día de su cumpleaños justo a tiempo para el atardecer. ¡Qué luz tan bonita!  ¡Qué colores tan bonitos tenía el cielo!
-Mamá, mira-  la llamó Sarah- ¡las nubes son naranjas!
-Ahora no puedo estoy preparando tu sorpresa. Te va a encantar.
-Ashley ven, te va a encantar, es mejor que los dibujos de la tele.- volvió a llamar la niña.
-Sarah déjame, estoy hablando por teléfono y es muy importante, ¿podrías no molestarme con tus nubes de colores?
-Pues ellos se lo pierden_ murmuró para sí y volvió a fijar su mirada en el sol que ya se escondía tras los árboles. Entonces entró a la casa y se sentó a cenar con su familia. Mamá había preparado su plato favorito huevo frito con patatas en gorma de corazón. Cuando terminaron, Ashley se levantó de la mesa, fue a la cocina y volvió con una gran trata de chocolate y galletas, la preferida de su hermanita.
-¡Feliz cumpleaños!-exclamaron todos a coro mientras Sarah soplaba las velas y abría entusiasmada todos sus regalos. Y todo mientras papá grababa todo con su nueva cámara.
Llegó la hora de dormir, Sarah se fue a su cama abrazada a su nueva muñeca, Lora, que tenía un bonito vestido azul oscuros con puntitos de plateada purpurina salpicados por todo el traje. Iba a cerrar los ojos cuando una suaves luz se filtró entre las cortinas de la ventana de su habitación. Sarah se levantó corrió la cortina y..
-¡Halaaaaa!-murmuró maravillada. Se levantó de la cama y corrió al salón donde estaban su hermana y sus padres.
-¡Mami, mami! ¡Gracias por el regalo! son muy bonitas, ¿las has puesto tu todas?- los padres miraban a su hija sin llegar a comprender.-Ashley ven mira,-dijo cogiendo a su hermana de la mano y guiándola hasta la ventana de su habitación.-¿A qué son preciosas? Mamá las colocado toda, bueno, creo que papá la ayudado un poco.
-¡Vaya!-comentó su hermana- si que son bonitas, sí.
-Pero ¿de qué hablas Sara?- preguntaron sus padres entrando en la habitación.
-De las estrellas, de lo bonitas que os han quedado. Me gustan mucho.-Contestó la niña corriendo a dar un abrazo a su padres. Estos sonrieron, cómplices, y decidieron no decir. Sería mejor contárselo en otro momento, Sarah estaba encantada con aquellas estrellas que sus padres "habían pegado" en el cielo. La pequeña contemplaba los astros con fascinación. Realmente eran hermosas. No eran bolas brillantes, ni los reflejos de la cuidad, eran mucho más. Eran pequeñas lucecitas que brillaban como diamantes en el firmamento, formaban grupos. Todas tenían un brillo diferente, todas parecían guardar un secreto o una historia que contar. Algunas incluso atravesaban el cielo a toda velocidad dejando tras si una luminosa estela de polvo plateado.

miércoles, 29 de febrero de 2012

El cuentacuentos

Mientras leeís: ttp://www.youtube.com/watch?v=LveS3tx-6cQ&feature=player_detailpage


La noche cubrío la región con su oscuro manto. Los habitantes de la aldea volvían a sus casas, blandiedno farolillos contra la noche. A las afueras de la aldea estab el bosque, oscuro como la boca de un lobo. Repleto de seres horrbles, monstruosos y despiadados que salía cada noche, o al menos eso contaba la leyenda.

Los aldeanos duermen plácidamente en sus casas y mientras en el bosque  se oye un suave aleteo, una risa conteniada, susurros entre las sombras. Ya era media noche. la luna brillaba alta en lo alto del cielo. la luz se filtraba entre las ramas del bosque produciendo extrañas sombras. Destellos dorados resaltan en la oscuridad. Se dirigen a un diminuto claro. En el medio de este, seal zaba imponente el cuentacuentos, un árbol milenario. Entre sus nudosas raíces habían diminutas lucecitas doradas que brillaban con instensidad.

Sin embargo aquello es algo más que diminutas centellas. Si observan fijamente, se puede llegar a dislumbrar pequeños rostros infantiles, con grandes ojos negros y profundos como pozo, sonrisa traviesas, orejitas puntiagudas y narices respingonas o chatas. de los luninosos cuerpos de aquellos diminutos seres salían una finas alas con intrincadas runas pintadas en ellas. Las hadas luminosas llenaban aquel pequeño claro conviertiendolo el suelo de este en una alfombra dorada.

Todas esperaban pacientemente el momento. De repente el silencio se adueñó del lugar y una suave brisa atrevésó el claro y se filtró entre las hojas y ramas del árbol milenario y una suave y hermosa melodía empezó a sonar. Las hadas movieron nerviosamente las alas, expectantes. La musica continuó, como un susurro. todas escuchaban embelesadas la canción, algunas incluso cerraban sus ojitos para escuchar mejor. El viento les traía una historia, como cada noche, y allí en el claro del árbol milenario se sentaban todas las noches a las doce en punto a escuhar el cuento narrado por el árbol. El viento llega siempre puntual, trayendo historias de cada rincón del mundo. Historias de caballeros en apuro y valientes princesas, relatos de rebeldes soldados que se alzan buscando la libertad, de pintores de cuyos pinceles retartan el alma,... Historias que el vietno trae, el árbol cuenta y que las hadas escuchan.



...

lunes, 20 de febrero de 2012

Inmortal

Paseaba por las calles, lenta y tranquilamente, observandoles. Era un joven alto, rubio, y cualquiera que lo viese de lejos le habría echado alredeor de unos veinte años de edad. Pero si alguien le hubiese mirado a los ojos, habría llegado a una conclusión  muy distinta. Sus oscuros ojos eran como pozos sin fondos. En ellos se podía ver la vitalidad de un niño, la sabiduría de un adulto, y el cansancio de un anciano. Como si el tiempo hubiese pasado por él pero sin llegar a tocarle.
 Él había viajado por todo el mundo estudiando a los humanos, estudiando el mundo. ¡Todo era tan corto en la Tierra! Todo estaba en constante cambio, nada permanecía. Cada generación moldeaba el escenario a su antojo. Hasta los antiguos guardianes de la Tierra, las montañas, habían cambiado, se habían erosionado, o habían sido explotadas por los hombres.
"El ser humano" se dijo con cansancio, siempre era el ser humano, se creían los dueños de todo y ni siquiera tenían tiempo para poseer todo aquello que creían suyo. "Llevan tan poco tiempo en la Tierra",-reflexionó-" y sin embargo han dejado una huella indeleble tras ellos, para bien y para mal" .
Había oído y visto de todo. Había visto nacer el sol, había visto crecer la vida en la Tierra, había contemplado generaciones y generaciones nacer, creecer y morir. Pero no había encontrado nada comparable al hombre. Había escuchado sus famosos y típicos gritos en las coronaciones de los reyes medievales:"¡Larga vida al rey!"
"Larga vida...-se repetía el joven- ni ellos mismos no saben el significado se sus propias palabras".

Recordó todas sus experiencias. Que corto había sido todo aquello en comparación con lo que le quedaba,  toda una eternidad, ¡y los humanos creen tener largas vidas! No duraban más que un suspiro. Todo es tan corto para ellos...
Sin embargo muchos, osados o imprudentes, a lo largo de la historia habían querido ampliar su perido de estancia en la Tierra. Habían buscado en vano la llamada fuente de la juventud, la piedra filosofal...
"Larga vida, no saben lo que piden" repetía el ser inmortal. Sin embargo tenía que ser indulgente con ellos, porque no tienen el tiempo suficiente para aprender sus errores, ni para reparar en el daño que sus fallos provocan, son como niños pequeños, presuntuosos y llenos de curiosidad.
 Pero, la curiosidad del inmortal, hacía tiempo que se había desvanecido, él ya había descubierto todo lo que el hombre tardaría milenios en comprender.
 Y en el fondo les envidiaba, la mortalidad era lo único que él no tenía y que ellos sí poseían. Él había tenido tiempo de sobra para comprobar el valor de dicho "don", mientras que los humanos no tenían el tiempo suficiente para darse cuenta de ello.
 Porque una vez que lo conoces todo, una vez que ya has recorrido todos los caminos, una vez que ya no queda nada por hacer, una vez que ves como todo lo que quieres desaparece, ya solo quieres una cosa, descansar.
Pero así era como debía de ser, él debía permanecer, guardado los sueños imposibles de los humanos, como la inmortalidad, para que no los alcanzasen, para que pudieran seguir soñando.






Creer, ver, volar como Peter Pan.

Mientras leeís: http://www.youtube.com/watch?v=1DF-UPmTZAY&feature=player_detailpage


Ya había llegado la hora. Ya eran las doce de la noche. El silencio reinaba en toda la casa. Todos dormían. Todos, excepto Lucy. La pequeña niña de ojos esmeralda y pelo avellana que había estado tumbada en su cama con los ojos cerrados pero sin dormir, simplemente esperando, abrió de repente los ojos de par en par. Retiró las sábanas que cubrían su cuerpo y se deslizó fuera de la cama. Sus pies se posaron sobre la fría madera, pero a ella no pareció importarle. Iba arrastrando su largo y blanco camisón con puños y cuello de encaje. Su paso era lento, pero firme y seguro. Caminaba sin vacilar y sin hacer ningún ruido, cualquiera que la hubiese visto diría que sus pies no tocaban el suelo. Pasó delante del dormitorio de sus padres y de sus hermanos mayores. Todos ellos sumidos en un profundo sueño en sus frías, oscuras y silenciosas habitaciones. Lucy negó con una sonrisa traviesa en la cara. Ingenuos. Siguió caminando y llegó a las escaleras. Subió un escalón y luego otro. Si alguien se hubiese parado ha escuchar, habría oído una suave melodía que provenía del desván, que se hacía más intensa con cada escalón que se subía. Era una melodía suave, sugerente, susurrante, misteriosa, hipnótica y puede que hasta un poco siniestra. A cada paso que daba más cerca estaba de su objetivo, menos espacio la separaba de la puerta del desván.
Ya había terminado de subir, puso una mano en el pomo, abrió la puerta y sonrió.
Como siempre la esperaban. La ventana estaba abierta de par en par, una fría brisa entraba inundando la habitación. El viento revolvió los cabellos de la niña, que cerró los ojos disfrutando de la sensación. Abrió los ojos y tomó la mano que le tendía una de las criaturas allí presentes.
Pronto estuvieron sobre volando las solitarias praderas bañadas por la luz de la luna, las pequeñas aldeas adornadas con pequeños puntos luminosos, los farolillos.

Por mucho que, aquellos que se encontraban a ras del suelo, alzasen la mirada al firmamento no verían más que brillantes puntos lejanos y una blanca luna. Por mucho ruido que hiciesen Lucy y sus amigos, por muy bajo que volasen, nadie repararía en ellos. Eran demasiado mayores, demasiados incrédulos como para poder verles. Porque no se puede ver algo en lo que no se cree. Y esas criaturas que acompañaban a Lucy y que parecían sacadas de un cuento de hadas, era algo, que por alguna razón, la gente mayor no podía ver,... ni entender. Tan solo unos niños que seguían despiertos y alzaron la mirada en ese momento, sí les vieron, por la simple razón de ser niños, por su inocencia, por su inmensa imaginación, por el simple hecho de creer.
Y desde lo alto del cielo, Lucy podía ver como los niños la sonreían al verla, y como unos callaban lo que acaban de ver mientras otros corrían a contárselo a sus padres, en el vano intento de hacerles creer. En estos momentos, Lucy meneaba la cabeza con pena, ella también había querido compartir sus aventuras con sus padres y hermanos, pero nunca la habían creído. Al principio habían creído que se lo soñaba, luego habían pensado que se había vuelto loca, por eso, Lucy había dejado de habar sobre sus amigos y los momentos que pasaba con ellos.
 
Los años pasaron, todos crecieron, incluso Lucy creció. Los niños de la aldea dejaron de ver a los misteriosas criaturas del desván de Lucy, dejaron de ver todo lo que veían cuando eran pequeños. Menos Lucy, que a pesar de todo, siguió viendo volar a los mágicos seres que un día jugaron con ella. Solía sentarse en el porche de su casa a observar el cielo nocturno y a sus criaturas, recordando con una sonrisa en los labios y lágrimas en los ojos. Porque a pesar de todo, incluso Lucy había crecido, y llegó un día en el que ya no fue capaz de alzar los pies del suelo, en el que se quedó mirando con tristeza como sus amigos alzaban el vuelo y se alejaban alicaídos por no poder volar con su amiga.

En la infancia dejamos todas nuesras inocentes ilusiones, nuestra inmensa imaginación y la capacidad de ver y creer. El crecer implica madurar, pero no dejar de soñar y creer en lo "imposible". Y sin embargo... solo algunos mayores son capaces de ver como niños pequenños.Tan solo unos cuantos conservan su espíritu de niño de Peter Pan.

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