Bienvenidos a este pequeño rincón de imaginación, magia y una pizca de locura. Para quienes se pregunten quién soy, soy una enamorada de la vida y la lectura, con mil sueños y delirios de escritora. ¿Qué vais a encontrar aquí? Todo lo que te puedes encontrar, precisamente, entre las páginas de un libro: historias, fotos, dibujos, recuerdos, reflexiones, susurros de otros tiempos, un poco de poesía, alguna sátira,… y, escondida entre las letras, un poco magia.

Así que no os quedéis en la portada, pasad y disfrutad de vuestro viaje por este mundo Entre las páginas de un libro.


viernes, 21 de septiembre de 2012

El dibujo de la rosa

Bruno se levantaba todos los días de su vida con una sonrisa en la cara, una idea diferente cada vez y ganas de aprovechar al máximo cada minuto. Era un talentoso pero nada conocido pianista que tocaba en un café perdido entre las calles del Casco antiguo, pero no por ello menos acogedor.

Bruno vivía en un pequeño apartamento en mitad del centro histórico junto con su piano de cola y  su querido gato negro Notas. Aunque su gato nunca lo supo, por la simple razón que nunca se lo escuchó pronunciar a su dueño, porque Bruno era mudo.

Un día, Bruno salió temprano, como de costumbre, a dar su paseo matutino, (como trabajaba por las tardes-noches, por la mañana tenía mucho tiempo libre). Apenas había salido de su portal cuando se chocó con una despistada señorita que caminaba apresuradamente cargada con una carpeta llena de papeles, que cayó al suelo en el choque. Una lluvia de folios cayó sobre ambos. La chica apresuradamente se agachó a recoger sus cosas junto con Bruno. La chica se despidió con el con una rápido pero sincero "gracias". Bruno tan solo sonrió. Y vio como la chica desaparecía entre la gente. Cuando bajó la mirada vio que bajo sus pies se encontraba una de los papeles de la chica, lo cogió esperando encontrar números y letras sin sentido. pero para su sorpresa encontro el dibujo, (a carboncillo) de una rosa. Así que aquella joven se dedicaba al arte.
Echó a correr buscando a la chica, pero hacía rato que se había ido. Bruno volvió a mirar el dibujo, era toda una obra maestra. recordó a su autora. Una joven de su edad, aproximadamente, de pelo azabache recogido en un moño chienesco con unos mechones cayendo a ambos lados de su cara. Su sofisticado peinado estaba adornado con una pinza roja en forma de rosa.  Su piel clara y sus profundos ojos oscuros que brillabn como gotas de roció al amanecer. Su blusa blanca y su roja falda. Era tan guapa ojala, supiese su nombre, ojala la volviese a ver...


Al día siguiente volvió a salir temprano y se dirigió al parque de la Alcazaba.  Y ahí estaba ella sentada en una banco con su caracteristico recogido y carpeta de dibujos. Estaba pintando, concentrada en cada trazo que dada con su lapiz en cada rayo de luz que alumbrada lo que estuviese pintando.
Entonces se le ocurrió una idea, corrió a su casa, cogió el dibujo de la rosa y volvió al parque pero ella ya no estaba. Cabizbajo se dio la vuelta cuando su bombilla se iluminó de nuevo. Miró de nuevo el banco en el que la chica había estado sentada, después su dibujo y sonrió.

Bruno se levantó un poco más temprano esta vez bajó corriendo a la floristería que había en la calle paralela a su casa, commpró una rosa roja y volvió a su casa. Cogió el dibujo y se fue camino al parque. Dejó en el banco el dibujo y justo encima la rosa y se alejó de allí sin perder de vista el banco. Pocos minutos despues la misteriosa chica aparció a la misma hora que el día anterior y se sentó en el mismo banco. Fue entonces cuando se percató del regalo que alguien la había dejado. Cogío la rosa y se la acercó a al nariz para aspirar su aroma. Luego cogió el papel y al comprobar que este era su dibujo perdido sonrió. Miró a su alrededor, pero había varias personas, ¿quién se lo habría devuelto junto con el detalle de la flor? Decidió que no lo descubriría ese día y con una sonrisa en los labios abrió su cuaderno y comenzó a dibujar. Veinte minutos más tarde cerró su blog. Cogió su dibujo encontrado, su rosa y se marchó.
A los pocos segundos Bruno se leventó del banco desde el cual, fingiendo que leía el peródico, había observado a la joven artista. Sonriendo volvió a casa.

Repitió aquel "juego" durante los días siguientes. Cada mañana  se levantaba temprano, con alegría ilusión y una sonrisa en la cara. Compraba un rosa roja y la dejaba, siempre a la misma hora en el mismo banco en que su misteriosa dama pintaba. Él fingía leer el mismo periódico de siempre mientras observaba ensimismado pintar a la joven artista.
Y cada día al llegar a su casa tocaba una melodía nueva, inspirada por su misteriosa dama.


Habían trancurrido casi dos semanas desde que Bruno había comenzado a dejar rosas y a componer canciones a la artista, cuando decició dar un paso más. Esa maña se levantó más temprano de lo normal y con su pasmosa habilida con el piano, compuso una canción totalmente nueva, llena de sentimientos y sobre todo muy hermosa, a la joven artista. La grabó a fin de no olvidarla nunca y copió con mucho esmero cada nota en una hoja con pentagramas y con mano firme escribió el título :

  Te quiero.

Luego bajó a la floristería y compró la rosa roja más bella de la tienda. Volvió a su casa, recogió su
recién compuesta canción y el periódico de todos los días, y salió de nuevo, esta vez rumbo al parque de la Alcazaba. Con esmero, colocó en el banco de siempre la rosa y debajo de ella la canción. Y como siempre se sentó en un banco cercano al de la artista.
Puntual, llegó como siempre la joven, como siempre deslumbrante, en esta ocasión con un bonito vestido rojo. Sin embargo esta vez no se sentó, simplemente rcogió la rosa, aspiró su dulce aroma y buscó con la mirada a su admirador secreto. A Bruno le faltó valor para levantarse y dirigirse hacia ella. La joven bajó decepcionada la cabeza y se marchó. Le hubiese gustado saber quién era antes de irse. Bruno levantó la vista, y contempló extrañado como se iba su misteriosa joven. Giró la cabeza hacia el bancó y encontró la la última pieza del puzzle. ¡La canción se había volado y estaba ahora debajo del banco! Corrió a recogerla. Debía darsela a la artista ¿y si esa era la última vez que la veía? La vio a lo lejos. Le hubiese gustado llamarla pero de sobra sabía uqe jmás podría y corrió tras ella. Pero esta se perdió en tre la multitud. Buno no se detuvo seguió corriendo, llegó hasta la plaza de España pero nada. No había ni ratro de la joven. Con la cabeza gacha volvió sobre sus pasos. Estaba enfrete al portal de su casa, contempló su ventana abierta y al pequeño Notas juguetear con el casette. Se dio la vuelta una vez más esperando ver a aquella misteriosa chica, pero esta no apreció. Triste se dio la vulta y...¡PUFF!
Los dos cayeron al suelo. Bruno se llevó la mano a la cabeza, había sido un bueno golpe. Cuando abrió los ojos, vio lo que hacía unos segundos fue un preciosa rosa roja. Abrió mucho los ojos sorprendido y cogió la flor.
-Lo siento muho- se disculpó una suave voz. Bruno levantó la mirada y ahí estaba ella frente a él. Con una media sonrisa Bruno le entregó lo poco que quedaba de la flor. Entonces hubo un "click" en la cabeza de la joven y una deslumbrante sonrisa se dibujó en su rotro. Bruno se levanttó y le tendío la mano. Acto seguido le entregó el papel. Ella lo leyó y volvió a sonreir. Y movió las manos, de un modo que Bruno conocía muy bien, formando la respuesta que Bruno quería ver: "Y yo"
Tal vez fuera casualidad, tal vez no pero en ese momento Notas apretó el botón de Play y la canción de Bruno sonó una vez más.