Llevaba varios días vagando por los bosques del valle sin saber qué hacer,
evitando cualquier encuentro con cualquier miembro de su antigua tribu.
Habían pasado ya cuatro meses y medio desde que había expulsado de la tribu
de los Sheles.
Había sido muy duro estar sola y sin ayuda ninguna pero con esfurezo y pese
a toso Shyanna, se había logrado organizar su nueva vida bastabte bien, de
forma independiente. Había aplicando todo lo que había aprendido mientras había
estado con su tribu. Había encontrado una pequeña cueva, resguardada del viento
donde se había instalado y guardaba sus escasa pertenecias. Lo más dificil
había sido cazar, durante las primeras semanas se alimentó solamente de lo que
recolectaba. Pero las bayas no eran suficiente y la necesidad de comer agudizó
no solo los sentido sin tambien la destreza de la joven y aprendió a usar el
arco, y a los do meses no había animal que escapase de sus certeras flechas.
Pero ahora que había conseguido todo aquello no sabía qué hacer, se pasaba
los días recorriendo el valle con una bolsa que ella misma se había
confeccionado y en la que guardaba todo aquello que se encontrase. Recolectaba
bayas y hierbas medicinales y cazaba para tener víveres para el ya cercano
invierno, confeccionaba canastos y ropa de abrigo. Y ahora que ya tenía todo lo
que necesitaba se aburría, pero sobretodo se sentía sola. Al principio la
preocupación por sobrevivir la había mantenido ocupado, pero ahora...
Se sentó en una gran roca junto a un ruidoso arroyo y permaneció allí quieta
y sin hacer nada, simplemente mirando el agua correr. De repente el crujido de
una rama llamó su atención. Giró la cabeza en la dirección del ruido con la
gracia y rapidez que lo haría una gacela. Y allí estab el causante de tdo
aquello. Aquel gran lobo gria que casi cinco mese atrás había atacado su aldea.
Shyanna se incorporó en completo silencio. Y con con cuidad cogió su arco,
colocó una de sus flechas en la cuerda, tensó y apuntó. Pero una suve brisa
alertó al lobo de su presencia y cuando la joven lanzó la flecha el lobo ya la
había visto y se apataba velozmente. Sin embargo Shyanna no se dio por vencida,
no perdió un segundo y se lanzó en la persecución del lobo. Corrió por el
bosque sin importarle las ramas que arañaban sin piedad su piel. Shyanna estaba
decidida a dar caza aquel lobo, por él se encontraba en esta situación y no pensaba
dejar las cosas así.
Corrió durante una hora, pero fue en vano el lobo había desaparecido.
Furiosa consigo misma por no haber ido más rápida a la hora de dispara la
flecha, la joven arrojó su arco al suelo con fuerza a la vez que profería un
grito de frustación. Pero cuando se agachó para agacharlo escubrió algo que le
hizo enfocar las cosas de un modo diferente. Allí, frente a ella se encontraban
las huellas recientes del lobo. Podría rastrearlo. Sabía como hacerlo. No lo
pensó dos veces, seguría aquel lobo hasta el final del mundo si hacía falta
para poder acabar con él.
Los días siguientes se dedicó a seguir el rastro del lobo. De vez en cuando
lo veía, pero demasiado lejos como para darle alcance con una flecha.
El animal se sentía cada vez más acorralado, sentía cómo alguien lo acechaba
y el olor de ese ser era muy parecido a los de aquellos que hacía cinco mese
por poco no acaban con él, y todo eso comenzaba a ponerlo nervioso. Con lo cual
poco a poco el animal se fue replegando hacía las montañas donde esperaba
encontrar la tranquilidad y seguridad que parecía no encontrar en el valle.
Shyanna no tardó en darse cuanta de aquel hecho, sin embargó sus ganas de
acabar con aquel lobo flaquearon cuando descubrió hacia donde se dirigía el
animal. Reflexionó sobre ello largo y tendido, ahora que nada la ataba al
valle, no encontrab razón para no irse, pero por otra parte el invierno estaba
próximo y en las montañas era extremadametne duro. Sin embargo si no lo seguía
ahora, le perdería la pista y ya nunca lo encontraría. Con lo cual optó por no
rendirse, seguiría a aquel animal hasta la montñas y más allá si hacía falta.
Se negaba a renunciar a su cacería, porque en el fondo sabía que la caza la
mantenía ocupada, y que si se rendía de nuevo la soledad la torturaría de
nuevo.
Así que no lo pensó más, sin duda iría tras el lobo.