Bienvenidos a este pequeño rincón de imaginación, magia y una pizca de locura. Para quienes se pregunten quién soy, soy una enamorada de la vida y la lectura, con mil sueños y delirios de escritora. ¿Qué vais a encontrar aquí? Todo lo que te puedes encontrar, precisamente, entre las páginas de un libro: historias, fotos, dibujos, recuerdos, reflexiones, susurros de otros tiempos, un poco de poesía, alguna sátira,… y, escondida entre las letras, un poco magia.

Así que no os quedéis en la portada, pasad y disfrutad de vuestro viaje por este mundo Entre las páginas de un libro.


viernes, 12 de diciembre de 2014

El otro lado del precipicio, III



El viento la cogió entre sus etéreos brazos y por un instante Eikasía se sintió libre como un pájaro. Milésimas de segundos después, la implacable gravedad hizo acto de presencia y tiró de ella hacia abajo. Eikasía gritó. Los hombres gritaron y aceleraron su paso.


Pero cuando alcanzaron el borde del precipicio los gritos de Eikasía habían dejado de oírse y la niebla se había tragado su cuerpo, tapando cualquier evidencia de  lo ocurrido. Había desaparecido. La joven Eikasía había muerto, su locura había acabado con ella. Los hombres regresaron a Arferol cabizbajos. La triste noticia no tardó en extenderse, pero apenas hubo lágrimas derramadas por la joven fallecida, pronto todos volvieron a sus rutinas, y Eikasía pasó a ser uno de los muchos ejemplos de cuán dañina podía llegar a ser la imaginación en la mente de un humano.

El otro lado del precipicio, II


No dejó de correr a pesar de estar sin aliento. No podía parar, no podía darse media vuelta, no podía volver. Su corazón golpeaba sus costillas con fuerza, en su intento de mantener el ritmo que la chica se empeñaba en llevar.  A sus espaldas oía el rumor de los pasos de sus dos perseguidores. La llamaban, gritaban su nombre, pidiendo que se parase. La joven apretó el paso empujando su cuerpo hasta el límite de su resistencia.
De repente, la chica se paró de golpe. A sus pies la tierra se abría en una profunda grieta. Y llenando el hueco entre las dos orillas, una espesa niebla se alzaba impidiendo que apenas se apreciase el otro lado del barranco y que el fondo pareciese infinito. El viento soplaba con fuerza empujando a todo aquello que se cruzase en su camino hacia el abismo. La joven contemplaba la enorme grieta, casi sin verla. Su corazón seguía desbocado y sus pulmones continuaban exigiendo grandes cantidades de aire. Empujó una piedra con el pie y la contempló caer con un nudo en el estómago. Todo su cuerpo temblaba  a causa del esfuerzo realizado, ¿o era a causa del miedo? La joven tragó saliva, e inspiró hondó.
“Salta” dijo una voz a su lado. Una voz sin cuerpo, una voz que solo ella podía oír. “Salta” repitió la voz “Eika sabes que ya no hay espacio para ti ahí atrás, nunca lo ha habido. Jamás serás una de ellos, no te quieren allí. Salta y nunca más tendrás que volver a preocuparte por nada.” Sin embargo la joven no se movió. Cerró los ojos.

Las imágenes acudieron a su mente como destellos en medio de la oscuridad. Una niña sentada en un rincón pintando cosas que no debía cosas que solo existían para ella. Una chiquilla escondida entre los árboles de los bosques contemplando con anhelo a los niños que jugaban a unos metros de ella. Una chica riendo y hablando con alguien a quien nadie podía, vero oír o tocar. La misma niña siendo regañada por su familia de acogida por hacer esas cosas. Una niña tirando el pegajoso contenido de un frasco. Un edificio enorme, con sus puertas cerradas, pero ventanas rotas por las que una chica se había colado y donde había encontrado nuevos amigos, llenos de palabras, imágenes y secretos, donde había encontrado conocido a Peter. Una muchacha ocultando en sus  bolsillos y salvando del fuego unos escritos, libros y mapas. La misma joven leyendo a escondidas a la luz de las velas aquellos tesoros prohibidos.

<< -¿Con quién hablas, Eikasía?”

-Con Peter, yo…”
-¿Aún sigues con eso?
-No te entiendo, ¿con qué estoy siguiendo?-¿Por qué no paras de una vez? ¡Él no existe!, ¿por qué te empeñas en creer que es algo más que un producto de tu desmesurada imaginación?
-¡No es cierto! ¡Él SÍ existe! ¡Vive al otro lado del precipicio!
-Eika, lo único que hay al otro lado del barranco es nada, métetelo en la cabeza. Ni existe otro pueblo, ni existe gente que viva allí, ni mucho menos un peter que sólo puedes ver y oír tú. Ya eres mayor para tener amigos imaginarios.¡Deja de soñar, y baja el mundo real! 
-¡Él es de verdad!
-“¡Por supuesto!” Tan real como las hadas que dijiste ver en el jardín. Ve a contarle el cuento a quien te crea, Eikasía, deja de aburrirme con tus niñerías y madura de una vez.
-Algún día me iré al otro lado del precipicio y seré libre, y... y... ¡y os demostraré que lo que digo es  verdad!>>
<< “Hoy tenemos invitados, Eikasía, así que compórtate, sé buena y no hables ni digas nada sin que te pregunten. Concéntrate,  y trata de no ser como eres normalmente. No quiero que nos avergüences.”>>

<<-¿Por qué no podías ser normal?

-¡Soy normal!
-No, no lo eres, y lo sabes. >>
<<Ocúltalo, que nadie se entere de cómo eres, o lo que haces. Que no sepan de ti, que descubran quién eres >>


 << ¡¿Estás enferma?! ¡Nadie en su sano juicio haría eso! ... Claro que no contaba que tu estás "medio" loca.>>
 

<<¡Has sido, eres y siempre serás la excéntrica forastera que por error acogimos y que nunca formará parte de nuestras vidas!>>

Las lágrimas resbalaron por sus mejillas al recordar todos esos momentos. “Nada te ata a este lugar, ¿por qué no lo dejas atrás?
-¡EIKA! –Gritó una voz a sus espaldas. Eika sorprendida y angustiada se dio media vuelta y vio  a sus uniformados perseguidores.- ¡DETENTE! ¡No saltes!-¡QUÉDATE DONDE ESTÁS!- Gritó el segundo hombre.- ¡No quieres hacerlo! ¡POR FAVOR, Quédate ahí, y te llevaremos a casa!  ¡Te lo prometo!
No les escuches. Sabes que no es verdad. Ninguno te ha creído nunca. No te dejes engañar, las cosas no cambiarán y esta vez ni siquiera te dejarán ser libre, estarás en constantemente vigilada. Recuerda cuál era tu deseo

<<Algún día saltaré  al otro lado del precipicio y seré libre. >> Hacía años que había dicho eso. Lo había gritado con lágrimas en los ojos antes las risas y miradas reprobatorias y burlonas de los demás. Aquel recuerdo había permanecido en su mente, guardado hasta ese día. Aquella mañana se había levantado como cada día, se había vestido y había bajado a desayunar. Pero no había encontrado desayuno alguno. Su madre no estaba en la cocina como de costumbre, sino en el salón, delante de dos hombres uniformados e inexpresivos. Eika frunció el ceño. Halen la había hablado con suavidad, como si se tratase de un animal herido y asustado. ¡¡NO!!Había gritado Eikasía cuando comprendió la situación. Segundos más tarde corría hacia las afueras de la cuidad con los señores uniformados tras ella.

 Morirás ahogada por todos ellos, puede que no al momento porque eres fuerte, pero acabarán por apagar tu luz. No te dejarán ser tú misma.La voz de Peter sonaba clara a su lado. Los pasos de los hombres se escuchaban cada vez más cerca. Salta. Eikasía, cerró los ojos con fuerza e inspiró hondo, dio un paso hacia atrás y saltó.

El otro lado del precipicio I


La puerta de la consulta del doctor Maddison se abrió y en el umbral apareció una enfermera con una carpeta sobre la cual descansaba la lista de pacientes.

-¿Halen Tiddle?- llamó con voz gangosa. Como respuesta, una señora de mediana edad se levantó de su asiento, se alisó su falda, se colgó del hombro el bolso que hasta entonces había estado abrazando como un naufrago a un salvavidas, y con dignidad caminó entre los diversos pacientes. Halen sabía perfectamente que iba a ocurrir a continuación. Y lo tenía todo pensado, cómo actuar, qué decir y cómo hacerlo. El doctor la saludará con una sonrisa y le preguntará la razón de su visita. Entonces ella le tenderá una foto que escondía en su bolso. “¿La recuerda? preguntará la mujer, y el médico se dedicará a examinar la imagen de una chiquilla sonriente de pelo cobrizo con chispeantes e inteligentes ojos azulados. Y el doctor reconocerá en ella a Eikasía, la niña que hacía diez años había visitado su consulta de la mano de su madrastra Halen. La mujer la había traído porque su desmesurada imaginación la había llevado a creer que existían seres mágicos e increíbles que solo ella podía ver. Algo que ni los niños más pequeños de Arferol hacían.

Allí todos eran gente normal, la creatividad y la imaginación era consideras lastres para el completo desarrollo las personas. Eran consideradas una peligrosa enfermedad para la sociedad. Aquellas características habían llevado en el pasado a personas a perder la razón, las pruebas de ello se encontraban tanto en la historia, como en la ficción. Nombres como Benjamin Frankling, cuyo descabellado invento casi acaba con su vida,; Albert Einstein, quien intentando crear la energía del futuro, había causado la muerte de miles de inocentes. Don Quijote, por otro lado era una de los personajes ficticios que con mejor claridad reflejaba lo que la imaginación y cualquier elemento portador de esta, podía llegar a causar tabto en la vida de un individuo como de un colectivo. La libertad de soñar, de pensar más allá de lo estrictamente correcto, posible y aceptado equivalía a sumir ciudades enteras en el caos y posterior destrucción. Ceñirse a lo real era lo apropiado y correcto para un ser racional como el ser humano. Por ello, todos en Arferol  eran educados en el más puro realismo y racionalidad. Y durante décadas habían conseguido extirpar esas nefastas cualidades, de forma que ni siquiera los más jóvenes tenían ideas alejadas de lo científicamente posible. Desde hacía décadas no había existido ningún soñador en Arferol, y las cosas había ido bien.


Eikasía había llorado poco después de tomarse el mejunje pegajoso y dulzón  que el médico le había dado. ¡No los veo! ¿Por qué se han ido? Siempre están ahí, ¿por qué... por qué no les veo? ¡¡Estoy sola!!Había gritado angustiada la criatura mientras las lágrimas empapaban sus mejillas. Desde aquel día, Eikasía había recibido, por orden del médico, una dosis doble cada noche, y ambos habían mantenido en secreto la enfermedad de aquella chiquilla. Desde entonces Halen no había pisado aquella consulta por nada relacionado con Eikasía. Hasta ahora.

-¿Qué  ocurre? ¿No se ha curado?- preguntó el doctor con seriedad, súbitamente preocupado.

-Eikasía ha crecido- comenzó Halen tomando asiento frente a Maddison.- Tiene 17 años, casi 18, ya no es una niña, y sin embargo tengo serias sospechas sobre su curación.- Maddison arrugó el entrecejo al oír aquello.- Tal vez tenga yo parte de la culpa, empiezo a sospechar que nos engañaba cuando decía que se tomaba la medicina.- El médico ya había abierto la boca para protestar, pero Halen fue más rápida y continuó hablando.- Todo resultaba muy convincente, ya nunca hablaba sola, era más obediente,  parecía... normal. Pero desde hace tiempo noto que algo va mal. Sigue comportándose bien, pero de vez en cuando desaparece durante horas por las tardes. Nadie sabe a dónde va. Yo no me quería preocupar sin razón, siempre era puntual para cenar, y  llegaba relajada, tranquila, sonriente,... y con los zapatos impecables, lo que implicaba que no podía haber ido muy lejos de casa. Yo intentaba convencerme a mi misma que se había reformado por completo, que había madurado, por eso no quise acudir antes. Pero entonces, hace tres noches la escuché reír. Reía en voz baja, pero con ganas como cuando era pequeña. Así que al día siguiente mandé a mi hijo Nigel seguirla, ya sabe, para averiguar a dónde iba y qué hacía. ¿Y qué descubrió mi querido Nigel? ¡La biblioteca!- exclamó horrorizada la mujer. La expresión de Maddison se descompuso en una mueca de sorpresa y desagrado. La biblioteca era un lugar prohibido para todos los habitantes de Arferol por ser considerado el foco de la infección. Sus puertas estaban cerradas a cal y canto, solo se abrían en invierno para coger de allí los libros necesarios para quemarlos en las chimeneas y calentar las casas.- La muy tonta, había encontrado una manera de colarse, ¡¡y llevaba añosyendo allí!! Con todo lo que hemos hecho por ella, ¿así nos lo paga? ¿Qué será de mi familia? Ellos no tienen culpa alguna. ¿Qué pensarán los demás de gente que acoge entre ellos a una soñadora?- La mujer pronunció aquella palabra con desprecio. Estaba al borde las lágrimas, su familia y ella podían perderlo todo si ese asunto salía la luz.

-Halen,-comenzó Maddison con voz tranquilizadora,- usted no tiene la culpa, simplemente a tenido mala suerte. Usted no es culpable de que Eikasía haya acabado así, sino, en todo caso, ella misma, que aún sabiendo lo que se hallaba en juego decidió tomar el camino equivocado. –Halen se enjugó las lágrimas con la mano temblorosa y alzó la mirada interrogante hacia el doctor. ¿Qué hacemos?, le preguntará entre hipidos.
-Es una situación delicada y harto compleja- ante aquello los ojos de Halen volvieron a inundarse. –Pero tiene solución,- se apresuró a calmarla el doctor.- La trasladaremos a la cuidad. Allí sabrán cómo tratarla.
Halen asintió.
-¿Qué debo hacer?

miércoles, 10 de diciembre de 2014

3 Días

(Carpin perdóname por copiarte el título pero dudo que se me ocurra uno mejor para lo que estoy apunto de escribir).

3 días, 72 horas, perdiadas en la inmensidad de los 365 días del año. Y sin embargo en tres días he reedescubierto la magia. En tres días he descubierto que pase lo que pase nunca hay que darse por vencido, porque cuadno menos te lo esperas una chispa salta entre las cenizas de lo que creías que era un fuego apagado. Y esa chispa, ese destello de esperanza, es lo que se ha encendido en mi, y en otros muchas personas en esos tres días. No sé si son solo delirios míos, o si alguien más lo ve, pero presiento que esa chispa acabrá conviertindose en una hogera, quizá, probablemente, incluso mayor que la anterior.

Hacía dos años que no sentía la ilusión, el nerviosismo y la intriga ante la llegada de un campamento. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto jugando con unos críos, hacía mucho que no me montaba en un autobús lleno de personas con la misma cara de incertidumbre que yo, hacía tiempo que no me emocionaba tanto cantar de forma desfinada una canción al son de una guitarra, hacía...

Han sido solo tres días, escasos, sí, pero suficientes para darme cuenta de la nueva oportunidad que se me presenta. Justo cuando pensaba que ya nada me trairía de vuelta todo aquello que creía perdido, apareceis vosotros despertándome a las 8:30 de la mañana, dejándome una carta junto a la almohada y demostrándome hasta que punto estamos unidos, que a pesar de lo poco que nos conocemos podemos llegar a ser un gran grupo. Recordándome lo que significa llevar una pañoleta al cuello y devolviéndome la dulce sensación de que hay esperanza, de que no todo estaba perdido.

En estos tres días he vivido estupendas aventuras mágicas acompañdas de personas extraoidinarias, he sido aceptada en una escuela de magia y hechicería,  he conseguido mi propia varita, hemos derrotado a los malos, ... En definitiva, he vuelto a ser una niña.

Mil gracias scouts, por este campamento, y por todos los que están por venir, ¡¡nos vemos muy pronto!!