Shyanna deshizo el camino que
hacía tanto tiempo había empezado. Tras varios días de viaje llegó al
valle del cual había partido hacía lo que a la joven de parecían siglos.
A medida que se iba acercando a su destino los miembros de la tribu con los que
se encontraba Shyanna, salían precipitadamente hacia la aldea de la
tribu.
Para cuando llegó al corazón de la aldea, prácticamente toda la tribu se había
reunido junto al consejo de sabios, el chamán y el jefe. Shyanna avanzó con
paso firme y seguro. Los sheles se apartaban a su paso con recelo. La joven
cazadora siguió caminando con la cabeza bien alta sin prestar atención a las
miradas reprobatorias, ni a los murmullos que iban surgiendo a su paso. Cuando
Shyanna se paró en frente a Tekama , este apenas era capaz de mantener la
máscara de imperturbable serenidad que hasta hace unos segundo había llevado.
Shyanna se llevó la mano al pecho, cogió uno de los muchos amuletos que llevaba
colgando, tiró de él y lo lanzó a los pies de su antiguo jefe.
- ¡Qué significa esto!-
exigió saber Tekama, observando el amuleto shele teñido de negro, símbolo de
los sin-hogar que le había sido entregado a Shyanna el día de su destierro.
Shyanna fue a responder
cuando los gritos y exclamaciones de varios miembros de la tribu la
detuvieron.