Bienvenidos a este pequeño rincón de imaginación, magia y una pizca de locura. Para quienes se pregunten quién soy, soy una enamorada de la vida y la lectura, con mil sueños y delirios de escritora. ¿Qué vais a encontrar aquí? Todo lo que te puedes encontrar, precisamente, entre las páginas de un libro: historias, fotos, dibujos, recuerdos, reflexiones, susurros de otros tiempos, un poco de poesía, alguna sátira,… y, escondida entre las letras, un poco magia.

Así que no os quedéis en la portada, pasad y disfrutad de vuestro viaje por este mundo Entre las páginas de un libro.


miércoles, 19 de junio de 2013

Cazadora IV: El viaje

El viento soplaba con fuerza, arañando la piel, jugando con los mechones de su cabello que estaban fuera de su capucha. El gélido aire se colaba entre sus ropajes haciéndola estremecer de frío.
Antes de partir Shyana se había asegurado de tener todo lo necesario para el viaje. Había cazado dos ciervos y a un despistado reno. Había secado su carne, (para que no se estropease durante el viaje), con su vísceras había creado recipientes con los que poder transportar líquidos, con sus abrigadas pieles se había confeccionado un par de botas, ropa de abrigo, una tela que utilizaba para dormir a modo de tienda y una macuto donde lo guardarlo todo. A sabiendas del la nieve que caería, había impermeabilizado la mitad de sus prendas con la grasa de su presas. Pero al parecer todo eso no había sido suficiente.

El viento chocaba ente las paredes de las montañas que había alrededor, entre los finos árboles de alrededor, y la azotaba sin piedad sus sonrosadas mejillas por el frío, mordía sus entumecidos dedos, haciendo menguar sus últimas fuerzas. Cayó de rodillas sobre la nieve. se abrazó a sí misma temblando. Sus lágrimas cálidas lágrimas dejaban un húmedo surco en sus mejillas que no tardaban en helarse, intentó levantarse, ponerse en pie, pero sus piernas se negaban a responder y su voluntad era cada vez más débil. Sabía que si quedaba así mucho tiempo moriría de frío pero estaba tan cansada, que la idea de poder descansar resultaba dolorosamente tentadora. Llevaba casi dos semanas andando, ya no le quedaba apenas comida, había perdido completamente el rastro de su lobo. Ha perdido toda su esperanza,si no de poder regresar algún día a su precioso y cálido valle. Haberse internado en las frías montañas en pleno invierno había sido un tremendo error, había subestimado el poder de la nieve y el frío y ahora estaba pagando por su equivocación.

Alzó de nuevo su cabeza, tal vez para echar un última mirada al mundo que seguramente ya dejaba atrás, entonces lo vio. Recortado en la ventisca, de frente y mirándola fijamente con sus ojos ambarinos. Shyanna parpadeó sorprendida, temiendo que lo que estaba viendo fuese tan solo una ilusión nacida de su desesperación. Pero el lobo permanecía allí, real, observándola. Giró la cabeza buscando algo que sólo él podía ver. De nuevo centró su mirada en la joven, y tras unos segundos alzo la cabeza y profirió un corto aullido. Una vez terminó, echo a correr en dirección contraria a la joven, "invitándola" a seguirlo. Fuera como fuere no importaba, se levantó a toda prisa y en apenas unos segundos corría tras el lobo con renovadas fuerzas y esperanzas, así como con renovada rabia.
Shyanna corrió tras el animal todo lo rápido que pudo, pero el lobo contaba con innumerables generaciones de perfeccionamiento, que lo habían adaptado al medio perfectamente, permitiéndole moverse por aquellos parajes tan hostiles con gran agilidad. Y pronto la dejó atrás. La joven se paró en seco y miró a su alrededor. Solo veía nieve y viento, pero su percepción de cazadora no se basaba simplemente en la vista, su condición depredadora la había ensañado a dejar guiarse por su oído, olfato y tacto. Shyanna había aprendido a leer el medio en el que se encontrase, fuese cual fuese.  Se agachó y contempló con interés la  huellas que el lobo había dejado en su huida. Con tan solo ver su profundidad y la distancia entre unas y otras, Shyanna era capaz de deducir más que cualquier otro experimentado cazador sobre su presa. Sabía hacia donde se dirigía el lobo, y la velocidad que llevaba, y esta vez no lo iba  a perderle. Sin embargo su equipaje le dificultaba mucho moverse y mermaba considerablemente su agilidad. Avanzó despacio mirando a su alrededor, buscando un lugar donde dejar sus pertenencias sin miedo a perderlas. Sabía que deshacerse de ellas en plena tormenta no era una idea muy prudente, sabía que de hacerlo tendría que memorizar rigurosamente el lugar donde las había dejado y recordar todos los detalles del camino que tomara tras esconder sus cosas, pues sería increíblemente fácil perderlas. Al final encontró la entrada de un cueva a los pies de una de las montañas y picos que rodaban aquel lugar. Con cuidado se adentró en ella. Exploró su interior y, no sin sorpresa, descubrió lo grande que era tenía casi tres metros de alto y cinco de ancho. Y se extendía varios metro hacia en centro de la montaña haciéndose cada vez más estrecha. dejó todas sus pertenencias en junto a una pared, (salvo por su arco y carcaj, un cuchillo y un trozo de carne seca, bien para usar de cebo, bien para ella misma), y las disimuló con unas piedras de alrededor. Salió fuera. Esta vez no tenía excesiva prisa. Tenía la sensación de que esta vez el lobo no escaparía. Miró a su alrededor para recordar y reconocer el terreno. Eran como diminutos valles, pequeñas explanadas de nieve, (bajo la cual seguramente hubiese hierba), y algún que otro pino bajo y ocasional. lo más curioso era que estas explanadas se encontraban casi en la misma cumbres de las montañas, rodeadas por las paredes de estas. Pero Shyanna no estaba contemplando tan hermoso lugar, sino creando una copia de él en su mente que la permitiera regresar a él sin problema. Comenzó a moverse con lentitud, fijándose en cada detalle que veía, haciendo hincapié en todo aquello que la permitiera diferenciar la explanada en la había dejado sus cosas de las demás. Tardó tan solo unos segundos en crear un mapa de la zona.
Echó a correr siguiendo las huellas del lobo, haciendo caso omiso a sus agotadas piernas que gritaban un descanso. La joven comprobó que las huellas del animal estaba cada vez menos separabas, y se hundían menos y de forma más igualitaria en la nieve. También vio pequeños surcos entre las huellas de las pata delanteras. Estaba buscando algo, seguramente refugio. De haber tenido hambre la habría matado antes y si estuviese buscando a sus similares abría aullando al viento buscando una respuesta. La cazadora continuó sorteando los árboles que con cada paso que daba con cada metro se hacían más escasos. Estaba subiendo a la montaña que había enfrente, pero no conseguía comprender por que el lobo habría escogido ese camino. Sin duda le perjudicaba, disminuía las probabilidades de salir con vida si se encontrase con Shyanna.

Los árboles quedaron atrás dejando paso a las afiladas rocas de la montaña. Las agradables llanuras nevadas, cedieron el terreno a las escarpadas y heladas ladera del pico. La ascensión se complicaba por momento, y por si fuese poco las nubes del tormentoso cielo bajaron para cubrir la cumbre de la montaña. La cazadora se paró en seco cuando dejó de ver a más de dos metros de sí. Cualquier paso en falso podría resultar fatal, podría torcerse un tobillo, romperse una pierna o incluso despeñarse montaña abajo. A tientas y con lentitud se acercó a al pared más cercana y se apoyó en ella guareciéndose del viento. Solo entonces fue consciente de su cansancio. y sin poder evitarlo sintió como sus rodillas se doblaban haciéndola caer sobre las frías piedras. Cerró los ojos y el suave y susurrante canto del viento llegó a sus oídos. Nada ni el mas mínimo ruido. Era como si el lobo se hubiese evaporado. Inspiró hondo y, como esperaba no consiguió más que llenarse los pulmones con helado aire. Ni el más sutil aroma. Le entraron ganas de gritar, siempre que estba cera de su objetivo algo se interponía en su camino. Y lo peor de todo era la imposibilidad de luchar contra dichos obstáculos. Quiso lanzar piedras al vacío. Quería encontrar a ese lobo y hundir una de sus flechas en su corazón. Aquel detestado animal que la había arruimado su vida. Por su culpa estaba perdida en medio de la nieve hambrienta, helada y sola. Sobretodo sola. Esa era la carga más peasada. Llevaba demasiado tiempo sin intercambiar una sola palabra con un igual. Si ese lobo no hubiese irrumpido en su aldea ella no habría cometido aquel error, que tan caro había pagado.
Las imágenes de aquel nefasto día inundaron su mente. La gente gritando, la sangre derramada, los lobos abalanzándose sobre los más débiles, los cazadores llegando tarde a salvar a sus familias,... y a ella desobedeciedno lo que la habían mandado y estando apunto de ser devorada por el lobo. La cazadora comenzó a llorar. Amargas y ardientes lágrimas corrieron por las mejillas de Shyanna.Todo era culpa... suya. Reconoció reacia. Ahora veía las cosas con más claridad. Por su culpa más de  la mitad de su tribu había sido herida y devorada por la manada de lobos. A la pesada soledad, se unío un terrible sentimietno de culpa. Se miró así misma contempló el arco que su amigo Rhis le había regalado. Lo apartó de sí. No merecía llamarse cazadora. Se despojó de su pieles y las arrojó junto con el arco. Quedándose con tan solo una fina túnica para resguardarse del frío. Con las manos desnudas cogió la dura y congelada nieve y la estrujó entre sus dedos. sietniendo un abrasador frío. Notó como poco a poco sus dedos iban perdiendo sensibilidad. Cuando no pudo más aguantr el dolor abrió las manos y la nive cayó de su palmas.
A penas llevaba unos minutos frente a la densa y fría niebla, cuando sus instintos tomaron las riendas y la obligaron a ponerse de nuevo sus ropajes. Casi al intantes se sitió reconfortada por la suavida y el calor que le proporcionaban estas. Shyanna cerró los ojos.  Sí, era culpa suya, admitió, pero le castigo había sido exagerado. No tenían por qué haberla desterrado, habría sido más útil ayudando a reconstruir la aldea. Si tan solo...
"¡No!", pensó cortando el curso de su pensamientos. No valía la pena pensar en que podría haber ocurrido, pues eso no cambiaría el presente.




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