Tras tu partida todo se veía más gris. Nos sabes cuanto te echaba de menos. El sol apenas brillaba, el canto de los pájaros era melancólico y triste. Me encerré en mi mundo del que pocas veces salía, y me limité a esperarte. Esperé tu regreso durante doce meses. Doce interminables meses en los que permanecía mirando al horizonte, ya hiciese sol o lloviese, esperando ver tu silueta acercarse.
Cuando me cansé de esperar y por fin comprendí que ya no volverías a por mi, la tristeza y el dolor me invadieron, después la ira y el enfado se apoderaron de mí, más tarde llegó la resignación y por último, las ganas de recuperar el tiempo perdido.
Cuando me cansé de esperar y por fin comprendí que ya no volverías a por mi, la tristeza y el dolor me invadieron, después la ira y el enfado se apoderaron de mí, más tarde llegó la resignación y por último, las ganas de recuperar el tiempo perdido.
Rompí la esfera de cristal en la cual había estado encerrada durante un año y descubría al sol brillando con intensidad, y el alegre canto de los pájaros dándome la bienvenida. Me sentía bien, llena de vitalidad. Desde entonce no he desperdiciado un minuto. Hice mis maletas y me llevé todo los necesario. Dejando atrás todos los objetos que nos habían pertenecido a excepción, claro, de mi anillo de bodas y el camafeo que ese día me regalaste. Pero no lo hice porque quisiera conservar un pedazo de nuestro pasado juntos, simplemente me los llevé conmigo porque me gustan mucho.
Me fui de viaje por Europa con Paris, que aunque no me hace reír como tú, ni es tan guapo, es suficientemente un gran compañero de viajes, aunque a veces sea un poco pesado.
Hace poco volvía Italia, había visitado media Europa, pero aún no conocía mi país, resulta paradójico, ¿no crees? El caso es que me he dado cuenta, que muy a mi pesar, aún te quiero. Sin embargo he aprendido a vivir sin ti, y ha sido más fácil de lo que había pensado. Así que, si algún día cambias de opinión y aún me quieres, ven a buscarme, todavía hay espacio para ti en mi vida. No se si has leído o incluso recibido alguna de mis cartas, pero por si decides volver, ya no estoy en Verona. Ahora me dedico a dar tumbos por Italia, disfrutando de la vida.
Siempre tuya, atentamente
Julieta
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