El viento la cogió entre sus etéreos brazos y por un instante Eikasía se sintió
libre como un pájaro. Milésimas de segundos después, la implacable gravedad
hizo acto de presencia y tiró de ella hacia abajo. Eikasía gritó. Los hombres
gritaron y aceleraron su paso.
Pero cuando alcanzaron el borde del precipicio los gritos de Eikasía habían
dejado de oírse y la niebla se había tragado su cuerpo, tapando cualquier
evidencia de lo ocurrido. Había
desaparecido. La joven Eikasía había muerto, su locura había acabado con ella.
Los hombres regresaron a Arferol cabizbajos. La triste noticia no tardó en
extenderse, pero apenas hubo lágrimas derramadas por la joven fallecida, pronto
todos volvieron a sus rutinas, y Eikasía pasó a ser uno de los muchos ejemplos
de cuán dañina podía llegar a ser la imaginación en la mente de un humano.
***
“Eika, Eikasía”
Aquella voz seguía resonando en
su cabeza. Pero la joven se negaba a responder a esa llamada y a abrir los ojos.
Temía que aquello que la sostenía fuese a desvanecerse si osaba abrir los ojos.
Estaba asustada, lo último que recordaba era saltar por orden de una voz sin
cuerpo y caer. No sabría decir cuánto
tiempo duró su caída, ni contra que chocó. Seguramente hubiese sido el suelo, o el río, y
ahora estaba muerta. ¿Por qué le había hecho caso a esa voz incorpórea? ¿Por
qué no escuchó a Halen? ¿Por qué...?
-¡Eika!- llamó de nuevo aquella voz, pero esta vez sonaba... diferente.
Era como si...- Eika, ¿quieres abrir los ojos de una vez?
Recelosa, Eikasía obedeció. Estaba acurrucada sobre sí misma sobre un
suelo de piedra, pero, ¿cómo era posible? Ella había saltado, recordaba haberlo
hecho. ¿Había sido acaso un sueño?
-¿P... Peter?- el joven sonrió y le tendió la mano. Eikasía se alzó su mano vacilante, temerosa de tocar solo la nada. Pero sus dedos rozaron una mano corpórea, cálida y real. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y suspiro se escapó de sus labios. Durante años había soñado que llegaba a un lugar donde todo lo que ella veía era tangible y real, donde todo lo que imaginaba existía, y parecía que por fin había llegado a ese lugar. El joven tiró de ella hasta levantarla.
Una vez en pie la Eikasía miró a su
alrededor. Tras ella apenas se vislumbraba, a causa de la niebla, el lugar desde donde había saltado,
bajo sus pies un sólido puente de piedra y frente a
ella a espaldas de Peter, El otro lado
del precipicio.
Aquel puente siempre había estado allí, un metro por debajo del limite de la orilla del precipicio, oculto bajo la densa manta de niebla. Siempre había estado allí, al lado de Arferol, el camino que llevaba a ese mundo con el que todos hemos soñado alguna vez y que solo algunos valientes se atrevieron a tomar. El puente estaba allí desde hacía siglos, franqueando el camino hasta nuestros sueños, pero solo algunos lo cruzaron, solo los que de verdad creían, se atrevieron a saltar.
¡Menudo final! :D
ResponderEliminarEsta parte me ha encantado, Eika siguio sus sueños y no dejó que nada la detuviese. Mis felicitaciones, has logrado una historia de superación excelente.
Un beso desde Compases Rotos
Lena
Me alegro un montón de que te guste ^.^ , le tengo mucho cariño a esta historia. Y por cierto, MUCHAS GRACIAS por pararte a leer mis historias y más aún por comentarlas :)
ResponderEliminar¿Quieres saber un "secreto" de esta historia? Eikasía significa imaginación en griego ;)