La puerta de la consulta del doctor Maddison se
abrió y en el umbral apareció una enfermera con una carpeta sobre la cual
descansaba la lista de pacientes.
-¿Halen Tiddle?- llamó con voz gangosa. Como
respuesta, una señora de mediana edad se levantó de su asiento, se alisó su
falda, se colgó del hombro el bolso que hasta entonces había estado abrazando
como un naufrago a un salvavidas, y con dignidad caminó entre los diversos
pacientes. Halen sabía perfectamente que iba a ocurrir a continuación. Y lo
tenía todo pensado, cómo actuar, qué decir y cómo hacerlo. El doctor la saludará
con una sonrisa y le preguntará la razón de su visita. Entonces ella le tenderá
una foto que escondía en su bolso. “¿La recuerda?”
preguntará la mujer, y el médico se dedicará a examinar la imagen de una
chiquilla sonriente de pelo cobrizo con chispeantes e inteligentes ojos azulados.
Y el doctor reconocerá en ella a Eikasía, la niña que hacía diez años había
visitado su consulta de la mano de su madrastra Halen. La mujer la había traído
porque su desmesurada imaginación la había llevado a creer que existían seres
mágicos e increíbles que solo ella podía ver. Algo que ni los niños más
pequeños de Arferol hacían.
Allí todos eran gente normal, la creatividad y la
imaginación era consideras lastres para el completo desarrollo las personas.
Eran consideradas una peligrosa enfermedad para la sociedad. Aquellas características
habían llevado en el pasado a personas a perder la razón, las pruebas de ello se encontraban tanto en la historia, como en la ficción. Nombres como Benjamin Frankling, cuyo descabellado invento casi acaba con su vida,; Albert Einstein, quien intentando crear la energía del futuro, había causado la muerte de miles de inocentes. Don Quijote, por otro lado era una de los personajes ficticios que con mejor claridad reflejaba lo que la imaginación y cualquier elemento portador de esta, podía llegar a causar tabto en la vida de un individuo como de un colectivo. La libertad de soñar, de pensar más allá de lo estrictamente correcto, posible y aceptado equivalía a sumir
ciudades enteras en el caos y posterior destrucción. Ceñirse a lo real era lo
apropiado y correcto para un ser racional como el ser humano. Por ello, todos en
Arferol eran educados en el más puro realismo y racionalidad. Y durante décadas habían conseguido extirpar esas nefastas
cualidades, de forma que ni siquiera los más jóvenes tenían ideas alejadas de
lo científicamente posible. Desde hacía décadas no había existido ningún soñador en Arferol, y las cosas había
ido bien.
Eikasía había llorado poco después de tomarse el
mejunje pegajoso y dulzón que el médico le había dado. “¡No los veo! ¿Por qué se han ido? Siempre están
ahí, ¿por qué... por qué no les veo? ¡¡Estoy sola!!”Había gritado angustiada la criatura mientras las lágrimas
empapaban sus mejillas. Desde aquel día, Eikasía había recibido, por orden del
médico, una dosis doble cada noche, y ambos habían mantenido en secreto la
enfermedad de aquella chiquilla. Desde entonces Halen no había pisado aquella
consulta por nada relacionado con Eikasía. Hasta ahora.
-¿Qué ocurre? ¿No se ha curado?-
preguntó el doctor con seriedad, súbitamente preocupado.
-Eikasía ha crecido- comenzó Halen tomando asiento frente a Maddison.-
Tiene 17 años, casi 18, ya no es una niña, y sin embargo tengo serias sospechas sobre su
curación.- Maddison arrugó el entrecejo al oír aquello.- Tal vez tenga yo parte
de la culpa, empiezo a sospechar que nos engañaba cuando decía que se tomaba la
medicina.- El médico ya había abierto la boca para protestar, pero Halen fue
más rápida y continuó hablando.- Todo resultaba muy convincente, ya nunca
hablaba sola, era más obediente, parecía...
normal. Pero desde hace tiempo noto que algo va mal. Sigue
comportándose bien, pero de vez en cuando desaparece durante horas por las tardes. Nadie
sabe a dónde va. Yo no me quería preocupar sin razón, siempre era puntual para
cenar, y llegaba relajada, tranquila,
sonriente,... y con los zapatos impecables, lo que implicaba que no podía haber ido muy
lejos de casa. Yo intentaba convencerme a mi misma que se había reformado por
completo, que había madurado, por eso no quise acudir antes. Pero entonces,
hace tres noches la escuché reír. Reía en voz baja, pero con ganas como cuando
era pequeña. Así que al día siguiente mandé a mi hijo Nigel seguirla, ya sabe,
para averiguar a dónde iba y qué hacía. ¿Y qué descubrió mi querido Nigel? ¡La
biblioteca!- exclamó horrorizada la mujer. La expresión de Maddison se
descompuso en una mueca de sorpresa y desagrado. La biblioteca era un lugar
prohibido para todos los habitantes de Arferol por ser considerado el foco de la
infección. Sus puertas estaban cerradas a cal y canto, solo se abrían en
invierno para coger de allí los libros necesarios para quemarlos en las
chimeneas y calentar las casas.- La muy tonta, había encontrado una manera de
colarse, ¡¡y llevaba añosyendo allí!! Con todo lo que hemos hecho por
ella, ¿así nos lo paga? ¿Qué será de mi familia? Ellos no tienen culpa alguna.
¿Qué pensarán los demás de gente que acoge entre ellos a una soñadora?- La mujer pronunció aquella
palabra con desprecio. Estaba al borde las lágrimas, su familia y ella podían
perderlo todo si ese asunto salía la luz.
-Halen,-comenzó Maddison con voz tranquilizadora,- usted no tiene la
culpa, simplemente a tenido mala suerte. Usted no es culpable de que Eikasía
haya acabado así, sino, en todo caso, ella misma, que aún sabiendo lo que se
hallaba en juego decidió tomar el camino equivocado. –Halen se enjugó las
lágrimas con la mano temblorosa y alzó la mirada interrogante hacia el doctor.
¿Qué hacemos?, le preguntará entre hipidos.
-Es una situación delicada y harto compleja- ante aquello los ojos de Halen
volvieron a inundarse. –Pero tiene solución,- se apresuró a calmarla el
doctor.- La trasladaremos a la cuidad. Allí sabrán cómo tratarla.Halen asintió.
-¿Qué debo hacer?
Realmente interesante, una joven con sueños y esperanzas en un mundo donde esta muy mal visto, me gusta ;)
ResponderEliminarLa narración me ha tenido pegada a la pantalla, tu forma de escribir es amena, pero no te dejas nada en el tintero, ¿habra pronto continuación?
Un beso desde Compases Rotos
Lena
Muchas gracias ^.^
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