Bienvenidos a este pequeño rincón de imaginación, magia y una pizca de locura. Para quienes se pregunten quién soy, soy una enamorada de la vida y la lectura, con mil sueños y delirios de escritora. ¿Qué vais a encontrar aquí? Todo lo que te puedes encontrar, precisamente, entre las páginas de un libro: historias, fotos, dibujos, recuerdos, reflexiones, susurros de otros tiempos, un poco de poesía, alguna sátira,… y, escondida entre las letras, un poco magia.

Así que no os quedéis en la portada, pasad y disfrutad de vuestro viaje por este mundo Entre las páginas de un libro.


viernes, 12 de diciembre de 2014

El otro lado del precipicio I


La puerta de la consulta del doctor Maddison se abrió y en el umbral apareció una enfermera con una carpeta sobre la cual descansaba la lista de pacientes.

-¿Halen Tiddle?- llamó con voz gangosa. Como respuesta, una señora de mediana edad se levantó de su asiento, se alisó su falda, se colgó del hombro el bolso que hasta entonces había estado abrazando como un naufrago a un salvavidas, y con dignidad caminó entre los diversos pacientes. Halen sabía perfectamente que iba a ocurrir a continuación. Y lo tenía todo pensado, cómo actuar, qué decir y cómo hacerlo. El doctor la saludará con una sonrisa y le preguntará la razón de su visita. Entonces ella le tenderá una foto que escondía en su bolso. “¿La recuerda? preguntará la mujer, y el médico se dedicará a examinar la imagen de una chiquilla sonriente de pelo cobrizo con chispeantes e inteligentes ojos azulados. Y el doctor reconocerá en ella a Eikasía, la niña que hacía diez años había visitado su consulta de la mano de su madrastra Halen. La mujer la había traído porque su desmesurada imaginación la había llevado a creer que existían seres mágicos e increíbles que solo ella podía ver. Algo que ni los niños más pequeños de Arferol hacían.

Allí todos eran gente normal, la creatividad y la imaginación era consideras lastres para el completo desarrollo las personas. Eran consideradas una peligrosa enfermedad para la sociedad. Aquellas características habían llevado en el pasado a personas a perder la razón, las pruebas de ello se encontraban tanto en la historia, como en la ficción. Nombres como Benjamin Frankling, cuyo descabellado invento casi acaba con su vida,; Albert Einstein, quien intentando crear la energía del futuro, había causado la muerte de miles de inocentes. Don Quijote, por otro lado era una de los personajes ficticios que con mejor claridad reflejaba lo que la imaginación y cualquier elemento portador de esta, podía llegar a causar tabto en la vida de un individuo como de un colectivo. La libertad de soñar, de pensar más allá de lo estrictamente correcto, posible y aceptado equivalía a sumir ciudades enteras en el caos y posterior destrucción. Ceñirse a lo real era lo apropiado y correcto para un ser racional como el ser humano. Por ello, todos en Arferol  eran educados en el más puro realismo y racionalidad. Y durante décadas habían conseguido extirpar esas nefastas cualidades, de forma que ni siquiera los más jóvenes tenían ideas alejadas de lo científicamente posible. Desde hacía décadas no había existido ningún soñador en Arferol, y las cosas había ido bien.


Eikasía había llorado poco después de tomarse el mejunje pegajoso y dulzón  que el médico le había dado. ¡No los veo! ¿Por qué se han ido? Siempre están ahí, ¿por qué... por qué no les veo? ¡¡Estoy sola!!Había gritado angustiada la criatura mientras las lágrimas empapaban sus mejillas. Desde aquel día, Eikasía había recibido, por orden del médico, una dosis doble cada noche, y ambos habían mantenido en secreto la enfermedad de aquella chiquilla. Desde entonces Halen no había pisado aquella consulta por nada relacionado con Eikasía. Hasta ahora.

-¿Qué  ocurre? ¿No se ha curado?- preguntó el doctor con seriedad, súbitamente preocupado.

-Eikasía ha crecido- comenzó Halen tomando asiento frente a Maddison.- Tiene 17 años, casi 18, ya no es una niña, y sin embargo tengo serias sospechas sobre su curación.- Maddison arrugó el entrecejo al oír aquello.- Tal vez tenga yo parte de la culpa, empiezo a sospechar que nos engañaba cuando decía que se tomaba la medicina.- El médico ya había abierto la boca para protestar, pero Halen fue más rápida y continuó hablando.- Todo resultaba muy convincente, ya nunca hablaba sola, era más obediente,  parecía... normal. Pero desde hace tiempo noto que algo va mal. Sigue comportándose bien, pero de vez en cuando desaparece durante horas por las tardes. Nadie sabe a dónde va. Yo no me quería preocupar sin razón, siempre era puntual para cenar, y  llegaba relajada, tranquila, sonriente,... y con los zapatos impecables, lo que implicaba que no podía haber ido muy lejos de casa. Yo intentaba convencerme a mi misma que se había reformado por completo, que había madurado, por eso no quise acudir antes. Pero entonces, hace tres noches la escuché reír. Reía en voz baja, pero con ganas como cuando era pequeña. Así que al día siguiente mandé a mi hijo Nigel seguirla, ya sabe, para averiguar a dónde iba y qué hacía. ¿Y qué descubrió mi querido Nigel? ¡La biblioteca!- exclamó horrorizada la mujer. La expresión de Maddison se descompuso en una mueca de sorpresa y desagrado. La biblioteca era un lugar prohibido para todos los habitantes de Arferol por ser considerado el foco de la infección. Sus puertas estaban cerradas a cal y canto, solo se abrían en invierno para coger de allí los libros necesarios para quemarlos en las chimeneas y calentar las casas.- La muy tonta, había encontrado una manera de colarse, ¡¡y llevaba añosyendo allí!! Con todo lo que hemos hecho por ella, ¿así nos lo paga? ¿Qué será de mi familia? Ellos no tienen culpa alguna. ¿Qué pensarán los demás de gente que acoge entre ellos a una soñadora?- La mujer pronunció aquella palabra con desprecio. Estaba al borde las lágrimas, su familia y ella podían perderlo todo si ese asunto salía la luz.

-Halen,-comenzó Maddison con voz tranquilizadora,- usted no tiene la culpa, simplemente a tenido mala suerte. Usted no es culpable de que Eikasía haya acabado así, sino, en todo caso, ella misma, que aún sabiendo lo que se hallaba en juego decidió tomar el camino equivocado. –Halen se enjugó las lágrimas con la mano temblorosa y alzó la mirada interrogante hacia el doctor. ¿Qué hacemos?, le preguntará entre hipidos.
-Es una situación delicada y harto compleja- ante aquello los ojos de Halen volvieron a inundarse. –Pero tiene solución,- se apresuró a calmarla el doctor.- La trasladaremos a la cuidad. Allí sabrán cómo tratarla.
Halen asintió.
-¿Qué debo hacer?

2 comentarios:

  1. Realmente interesante, una joven con sueños y esperanzas en un mundo donde esta muy mal visto, me gusta ;)
    La narración me ha tenido pegada a la pantalla, tu forma de escribir es amena, pero no te dejas nada en el tintero, ¿habra pronto continuación?
    Un beso desde Compases Rotos
    Lena

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