No dejó de correr a pesar de estar sin aliento. No podía parar, no podía
darse media vuelta, no podía volver. Su corazón golpeaba sus costillas con
fuerza, en su intento de mantener el ritmo que la chica se empeñaba en llevar. A sus espaldas oía el rumor de los pasos de
sus dos perseguidores. La llamaban, gritaban su nombre, pidiendo que se parase.
La joven apretó el paso empujando su cuerpo hasta el límite de su
resistencia.
De repente, la chica se paró de golpe. A sus pies la tierra se abría en una
profunda grieta. Y llenando el hueco entre las dos orillas, una espesa niebla
se alzaba impidiendo que apenas se apreciase el otro lado del barranco y que el
fondo pareciese infinito. El viento soplaba con fuerza empujando a todo aquello
que se cruzase en su camino hacia el abismo. La joven contemplaba la enorme
grieta, casi sin verla. Su corazón seguía desbocado y sus pulmones continuaban
exigiendo grandes cantidades de aire. Empujó una piedra con el pie y la
contempló caer con un nudo en el estómago. Todo su cuerpo temblaba a causa del esfuerzo realizado, ¿o era a
causa del miedo? La joven tragó saliva, e inspiró hondó.
“Salta” dijo una voz a su lado. Una voz sin cuerpo, una voz que solo ella podía
oír. “Salta” repitió la voz “Eika sabes que ya no hay espacio para ti ahí
atrás, nunca lo ha habido. Jamás serás una de ellos, no te quieren allí. Salta y nunca más tendrás
que volver a preocuparte por nada.” Sin embargo la joven no se movió. Cerró
los ojos.
Las imágenes acudieron a su mente como destellos en medio de la
oscuridad. Una niña sentada en un rincón pintando cosas que no debía cosas que
solo existían para ella. Una chiquilla escondida entre los árboles de los
bosques contemplando con anhelo a los niños que jugaban a unos metros de ella. Una
chica riendo y hablando con alguien a quien nadie podía, vero oír o tocar. La
misma niña siendo regañada por su familia de acogida por hacer esas cosas. Una
niña tirando el pegajoso contenido de un frasco. Un edificio enorme, con sus puertas cerradas, pero ventanas rotas por las que una chica se había colado y donde había encontrado nuevos amigos, llenos de palabras, imágenes y secretos, donde había encontrado conocido a Peter. Una muchacha ocultando en
sus bolsillos y salvando del fuego unos
escritos, libros y mapas. La misma joven leyendo a escondidas a la luz de las
velas aquellos tesoros prohibidos.
<< -¿Con quién hablas, Eikasía?”
-Con Peter, yo…”
-¿Aún sigues con eso?
-No te entiendo, ¿con qué estoy siguiendo?-¿Por qué no paras de una vez? ¡Él no existe!, ¿por qué te empeñas en creer que
es algo más que un producto de tu desmesurada imaginación?
-¡No es cierto! ¡Él SÍ existe! ¡Vive al otro lado del precipicio!
-Eika, lo único
que hay al otro lado del barranco es nada, métetelo en la cabeza. Ni existe otro
pueblo, ni existe gente que viva allí, ni mucho menos un peter que sólo puedes ver y oír tú. Ya eres mayor para tener amigos
imaginarios.¡Deja de soñar, y baja el mundo real!
-¡Él es de verdad!
-“¡Por supuesto!” Tan real como las hadas que dijiste ver en el jardín. Ve a
contarle el cuento a quien te crea, Eikasía, deja de aburrirme con tus
niñerías y madura de una vez.
-Algún día me iré al otro lado del precipicio y seré libre, y... y... ¡y os demostraré que lo que digo es verdad!>>
<< “Hoy tenemos invitados, Eikasía, así que compórtate, sé buena y
no hables ni digas nada sin que te pregunten. Concéntrate, y trata de no ser
como eres normalmente. No quiero que nos avergüences.”>>
<<-¿Por qué no podías ser normal?
-¡Soy normal!
-No, no lo eres, y lo sabes. >>
<<Ocúltalo, que nadie se entere de cómo eres, o lo que haces. Que no sepan de ti, que descubran quién eres
>>
<<¡Has sido, eres y siempre serás la excéntrica forastera que por error acogimos y que nunca formará parte de nuestras vidas!>>
Las lágrimas resbalaron por sus mejillas al recordar todos esos momentos.
“Nada te ata a este lugar, ¿por qué no lo
dejas atrás?”
-¡EIKA! –Gritó una voz a sus espaldas. Eika sorprendida y angustiada se
dio media vuelta y vio a sus uniformados
perseguidores.- ¡DETENTE! ¡No saltes!-¡QUÉDATE DONDE ESTÁS!- Gritó el segundo hombre.- ¡No quieres hacerlo! ¡POR
FAVOR, Quédate ahí, y te llevaremos a casa!
¡Te lo prometo!
“No les escuches. Sabes que no es
verdad. Ninguno te ha creído nunca. No te dejes engañar, las cosas no cambiarán
y esta vez ni siquiera te dejarán ser libre, estarás en constantemente
vigilada. Recuerda cuál era tu deseo”
<<Algún día saltaré al otro
lado del precipicio y seré libre. >> Hacía años que había dicho eso. Lo
había gritado con lágrimas en los ojos antes las risas y miradas reprobatorias
y burlonas de los demás. Aquel recuerdo había permanecido en su mente, guardado
hasta ese día. Aquella mañana se había levantado como cada día, se había vestido
y había bajado a desayunar. Pero no había encontrado desayuno alguno. Su madre
no estaba en la cocina como de costumbre, sino en el salón, delante de dos
hombres uniformados e inexpresivos. Eika frunció el ceño. Halen la había
hablado con suavidad, como si se tratase de un animal herido y asustado. “¡¡NO!!”Había gritado Eikasía cuando comprendió la situación. Segundos más tarde
corría hacia las afueras de la cuidad con los señores uniformados tras ella.
“Morirás
ahogada por todos ellos, puede que no al momento porque eres fuerte, pero acabarán por apagar tu
luz. No te dejarán ser tú misma.”La voz de Peter sonaba clara a su lado. Los pasos
de los hombres se escuchaban cada vez más cerca. “Salta.” Eikasía, cerró los ojos con fuerza e inspiró hondo,
dio un paso hacia atrás y saltó.
Me has dejado de piedras, una decisión imposible que podria acabar en desgracia. Eikasía tendrá que decidir...
ResponderEliminarMe puede la curiosidad ;)
Un beso desde Compases Rotos
Lena