Shyanna deshizo el camino que
hacía tanto tiempo había empezado. Tras varios días de viaje llegó al
valle del cual había partido hacía lo que a la joven de parecían siglos.
A medida que se iba acercando a su destino los miembros de la tribu con los que
se encontraba Shyanna, salían precipitadamente hacia la aldea de la
tribu.
Para cuando llegó al corazón de la aldea, prácticamente toda la tribu se había
reunido junto al consejo de sabios, el chamán y el jefe. Shyanna avanzó con
paso firme y seguro. Los sheles se apartaban a su paso con recelo. La joven
cazadora siguió caminando con la cabeza bien alta sin prestar atención a las
miradas reprobatorias, ni a los murmullos que iban surgiendo a su paso. Cuando
Shyanna se paró en frente a Tekama , este apenas era capaz de mantener la
máscara de imperturbable serenidad que hasta hace unos segundo había llevado.
Shyanna se llevó la mano al pecho, cogió uno de los muchos amuletos que llevaba
colgando, tiró de él y lo lanzó a los pies de su antiguo jefe.
- ¡Qué significa esto!-
exigió saber Tekama, observando el amuleto shele teñido de negro, símbolo de
los sin-hogar que le había sido entregado a Shyanna el día de su destierro.
Shyanna fue a responder
cuando los gritos y exclamaciones de varios miembros de la tribu la
detuvieron.
Todos menos ella, se volvieron para ver la causa del alboroto. La expresión de todos los presentes se transformó en un máscara de miedo y asombro. Solo Shyanna mantuvo la compostura, y esbozando media sonrisa de suficiencia silbó. Nuevos gritos y exclamaciones de asombro surgieron cuando el gran lobo gris que acababa de entrar en la aldea avanzó con diligencia hacia Shyanna hasta colocarse a su lado. La joven acarició brevemente las orejas del lobo antes de volverse hacia Tekama, casi sonriendo. La sonrisa de la cazadora se hizo más amplia al observar como Tekama la observaba con asombro y temor mal disimulados, desde un posición muy distinta a la que hubiese querido.
Todos menos ella, se volvieron para ver la causa del alboroto. La expresión de todos los presentes se transformó en un máscara de miedo y asombro. Solo Shyanna mantuvo la compostura, y esbozando media sonrisa de suficiencia silbó. Nuevos gritos y exclamaciones de asombro surgieron cuando el gran lobo gris que acababa de entrar en la aldea avanzó con diligencia hacia Shyanna hasta colocarse a su lado. La joven acarició brevemente las orejas del lobo antes de volverse hacia Tekama, casi sonriendo. La sonrisa de la cazadora se hizo más amplia al observar como Tekama la observaba con asombro y temor mal disimulados, desde un posición muy distinta a la que hubiese querido.
- Significa- comenzó Shyanna,
retomando la conversación,- que cometí un error. Es cierto.
El jefe, aprovechó su pausa
para cuadrar su espalda en un intento de recuperar la autoridad y confianza que
acaba de perder. Shyanna aguardó pacientemente unos segundo más antes de seguir
hablando. - Pero no fui la única.
El jefe de la tribu perdió
por completo la compostura, y el consejo de sabios endureció su
expresión.
-No debisteis haber dejado la aldea
desprotegida. -Concluyó Shyanna antes de dar media vuelta y marcharse de la
aldea con el lobo a su lado. No prestó atención a los intentos de sobreponerse
del jefe, ni a sus voces, ni vio a la cara de asombros de todos los presentes.
Tan solo por el rabillo del ojo como una cara la miraba sonriente.
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