Cuando desperté, la Pandemia del COVID-19 todavía era un problema.
—¡Mierda!
Creí que con viajar cuatro meses hacia delante en el tiempo sería suficiente para encontrarme con la normalidad. Me equivoqué. Resulta que es un problema que va para largo.
— ¿Y si regreso a cuando empezó todo? Podría avisar a los distintos países y …
Entonces recuerdo que ya tuvimos información suficiente y que decidimos ignorarla. No creímos que nos fuera a afectar tanto.
— ¿Y si viajo a un futuro más lejano? Puede que ya tengan una solución para esta pandemia. Tendría que ver cómo contarlo luego sin que me tomasen por loca… pero ya me encargaré de eso más tarde.
Sin embargo, no dejo de pensar ¿y si esto es necesario? Soy consciente de lo terrible que está resultando la pandemia, pero ¿realmente ayudo aportando una solución rápida? La humanidad, con sus errores y sus aciertos, siempre ha ido solucionando los problemas sin ayuda de los viajeros del tiempo.
— ¿Y si necesitamos pasar por esto para entender que estamos yendo en la dirección equivocada?
No es la primera vez que la humanidad se ve en jaque. Antes del coronavirus ya había sufrimiento en el mundo, guerras, hambre, otras enfermedades… La diferencia es que por primera vez todo el mundo está siendo afectado al mismo tiempo y todos por igual. Por primera vez, el mundo se ha parado. Nos estamos dando cuenta de que somos vulnerables y que hemos olvidado lo verdaderamente importante.
Un hálito de esperanza brota junto a la enfermedad y de pronto parece que podemos mejorar como sociedad, como mundo, juntos. No sé si realmente esta semilla que parece estar brotando crecerá lo suficiente como para dar fruto o si la ahogarán las espinas que hay a su alrededor, pero si pierdo la fe en la humanidad, ¿qué me queda? ¿Qué nos queda?
Así pues, fijo mi reloj de viajera al 27 de abril de 2020. Vuelvo a mi tiempo. No jugaré a ser Dios, no seré la heroína de la pandemia. Dejaré que la Historia siga su curso. Le daré al mundo la opción de decidir, la oportunidad de aprender y cambiar. El COVID-19 podrá convertirse en nuestra salvación… o confirmar nuestra condena.
— ¿Acertaremos?
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